jueves, 17 de marzo de 2011

La política en República Dominicana. Miki vs Papá

Escribir sobre política y sus políticos es un gran riesgo. Entonces para comenzar quiero pedir permiso y por qué no disculpas a politólogos, historiadores, sociólogos dominicanos y al propio pueblo dominicano, que además de conocer de baseball, es experto de expertos en política, por meterme en estos temas.

Pero como es un asunto que está presente todo el día, todos los días de nuestras vidas y que no deja de ser escabroso, complicado, hasta cierto punto extraño, poco comprensible y además medio divertido; me encanta.

El pueblo dominicano está marcado por las actividades políticas. Los 365 días del año, entre fiestas y días feriados, celebraciones religiosas, baseball y un poco de trabajo, la vida se ve dirigida, a veces condicionada o afectada por la política y los políticos.

Siempre hay que elegir a alguien: senadores, síndicos, presidentes, ministros, dirigentes de uno u otro partido, etc., lo que matiza cada vida que se vive. Las elecciones presidenciales son cada 4 años, en un país que tiene dos partidos fuertes, un tercero, histórico, menos fuerte hoy y un grupo de pequeñitos partidos que pasan más tiempo con la nariz dentro del agua que respirando y que en realidad sólo sirven para realizar alianzas, a veces con el mejor postor, a la hora de decidir los que se quedan, los que llegan nuevos y los que se van.

Hoy se están calentando los motores y con ellos calentándonos nosotros, para las próximas elecciones presidenciales del 2012. Con un Presidente del Gobierno que a su vez es el Presidente del Partido de la Liberación Dominicana, (PLD), conocidos como peledeístas, los morados o más recientemente por los come solos, apelando a la característica de que sólo reparten entre ellos mismos los beneficios del poder, que lleva casi 8 años consecutivos dirigiendo los destinos de la nación, después de haber sido presidente también en el período 1996 – 2000 y por el Partido Revolucionario Dominicano, (PRD), reconocidos por los blancos o perredeístas, como grupo de mayor oposición.

Como curiosidad que resulta además paradójica, es que ambos partidos fueron creados por la misma persona en diferentes momentos de su vida. Primero fundó y militó en uno y cuando se cansó de esto y descubrió que ya no respondía a sus intereses, lo decretó muerto y sencillamente se creó otro. ¿Imagino que no sea por falta de creatividad del resto de los políticos? Por lo que tanto perredeístas como peledeístas rinden culto a la misma persona fundadora, que por suerte es de las figuras históricas más grandes que ha dado ésta isla, al menos después que llegaron los españoles, y así no descarto la genialidad de uno que otro aborigen.

Ahora estamos metidos, y digo estamos, porque es muy difícil escapar de las noticias, los comentarios, los carteles, los anuncios, la propaganda para exaltar a una u otra persona, en la recién pasada Convención Interna del PRD. La idea era seleccionar a base de votos “libres” a la persona que pueda representar al partido en las próximas elecciones del 2012, para competir por la presidencia del gobierno, o sea, quitarle a los come solos el poder, para pasarlo a otros que no dejan de comer, quizás lo hagan más, pero que practican aquella frase tan reconocidas por los cubanos en las muchas veces mal explicada historia nacional de, “El Tiburón se baña pero salpica”, utilizada popularmente para definir el mandato del presidente José Miguel Gómez, entre los años 1909-1913.

En dicha convención las figuras fueron dos. El multimillonario Miguel Vargas Maldonado, “Miki el que resuelve”, actual presidente del PRD, que carga en sus hombros el haber perdido en sus aspiraciones de llegar a ser el presidente del gobierno en las elecciones pasadas e Hipólito Mejía, “Papá”, imagino que también multimillonario, expresidente de la República, que dirigió los destinos del país en el período 2000 – 2004, al que la memoria dominicana recuerda, sino como el peor, como uno de los peores presidentes que ha tenido este país en toda su historia republicana.

Pues resulta que, Miki y Papá, a los que yo suponía amigos, pues durante el gobierno del segundo, el primero ocupó el cargo, para nada despreciable, de Ministro de Obras Públicas, hoy se están casi matando para ver cuál de los dos es la figura que el PRD promueve para enfrentar a “El León”, Leonel Fernández, actual presidente del gobierno.

Para mí, que solo soy un apasionado pasivo de estos temas, digo pasivo porque todavía no me ha dado por pararme en una esquina o en un colmado a discutir sobre política, teniendo en cuenta la reputación, no dudosa, sino mala de Hipólito, me era más entendible que Miguel saliera ganador en la pasada votación. Muchos dominicanos, no por creer que la figura fuera mejor, sino sencillamente porque al menos era una nueva opción, no quemada antes, pensaron lo mismo.

Sin embargo, para asombro de muchos, terminada la votación y terminadas también unas que otras quejas, que se esperaban y existen siempre, Hipólito, no solo le ganó a Miguel, sino que le ganó por una buena diferencia.

De ahí mi asombro. En mis “encuestas” y conversaciones con dominicanos amigos, ubicados en diferentes sectores económicos y sociales, la idea de que ganara Hipólito era fatal. Tiene tan mala reputación, ganada por la gran crisis que dejó al salir del poder, que nadie apostaba a que la gente votara por él.

Si consideramos Wikipedia como un sitio de referencia, para este caso neutral, transcribo lo que aparece como reseña de lo que fueron los cuatro años de gobierno de Hipólito Mejía, lo que me parece más que suficiente para entender.

“Durante su gobierno el país fue afectado por una de las peores crisis económicas en su historia, generada por la quiebra de los tres bancos comerciales más importantes del país y las consecuentes medidas tomadas para enfrentar la crisis, lo que generó un deterioro progresivo de los indicadores económicos del país que trajo como consecuencia altas tasas de inflación, devaluación de la moneda y aumento de la pobreza local”

Con ésta fama, bien ganada, parecía imposible que pudiera aventajar a su opositor, que, aunque es cierto que participó del mismo gobierno, hoy parece haber madurado como político y por lo menos, no aparece registrado en Wikipedia como el causante del gran desastre.

Pues no, la gente del PRD y parte de los ciudadanos que se unieron a la votación, se les olvidó y sacaron a Hipólito. Es cierto, el haber sido presidente del país, manejar a muchas personas e instituciones, le da peso, pero, qué hay de la memoria histórica, qué pasó con todos aquellos, parece que muchos, que se afectaron por la crisis que se generó y mal manejó, qué pasa con los pobres, que se convirtieron en más pobres y que hoy todavía “disfrutan”, como se disfruta un cáncer terminal, de esa categoría. ¿A todos se les olvidó? Tenía mucha razón el viejo Cosme, abuelo de mi mujer, cuando decía que la política era una puta, que hoy se acuesta con un hombre y mañana con otro.

Lamentablemente, los pueblos pobres, no sólo son pobres económicamente, sino que la pobreza, como si fuera comején que destruye de adentro hacia afuera, llega a taladrar la capacidad de pensar, discernir y tomar decisiones. ¿Qué decir de los otros, los que no son pobres, ni de dinero, ni de instrucción, y ponen a jugar sus intereses personales, embadurnados de palabras patrióticas?

A muchos por igual, pobres y ricos, para nada les interesa el futuro de la República Dominicana, sencillamente están tratando de que se vayan los “come solos”, no para arreglar el asunto, sino para que los que los sustituyan, Miguel, Hipólito, pudiera ser Napoleón, Stalin o el mismísimo Hitler, si estuvieran vivos, o quizás cualquiera de las 11 mil vírgenes que regresara a la vida terrenal, saquen el dinero a la calle, sin importar el concepto, dejen correr los negocios ilícitos, resquebrajen las leyes, etc.

Es lamentable, pero es así. Como dice mi vecina, amiga y hermana, la gran pedriatra cubana María Antonia Gómez, para todos nosotros sencillamente Mayi, con ese carácter extremadamente jocoso que la caracteriza, incluso en los momentos más difíciles, “se verán horrores”.

viernes, 11 de marzo de 2011

Cólera. Dominicanos, haitianos y los demás

El periódico Diario Libre, del sábado 5 de marzo del 2011 publica una nota que define que ya suman 500 los afectados por cólera en Rep. Dominic.,pero que sólo han ocurrido 4 muertes por esta causa.

Esto, aunque lamentable por las muertes, es bueno. Evidencia, en medio del pequeño reguero que tenemos, el esfuerzo que se ha hecho para controlar dicha enfermedad. Mayor esfuerzo han demostrado algunas instituciones y personalidades de gobierno para que las noticias sobre el cólera, los afectados y muertos en República Dominicana no llegue a convertirse en “gran noticia” y de esa forma evitar a todo costo que el turismo internacional, en sus viajes por el Caribe, se aleje de este destino.

En Haití la historia es otra. Después del terremoto de enero del pasado año, en el mes de octubre del 2010, reapareció la enfermedad que se había erradicado, según las autoridades haitianas, desde hacía más de 100 años, aparentemente por una cepa procedente de Asia. Las cifras oficiales que se publican son alarmantes. El número de afectados es de 157 mil 321 personas, de ellas 3 mil 485 han fallecido. En realidad, el número no deja de ser más que todo un aproximado, pues personas que viajan con frecuencia a ese país, haitianos residentes en Dominicana y alguna que otra autoridad de ambos gobiernos han declarado que no existen en Haití hoy mismo, mecanismos e instituciones que puedan dar fe exacta de lo que pasa, por lo que el número de afectados y muertos puede ser mayor, en la misma medida que no se sabe y no se controla exactamente ni a los que nacen.

Para los que nacimos en Cuba en estos 50 últimos años, o al menos para mí y los que me rodearon, el cólera era una enfermedad de los libros de historia. No dudo que también de vez en cuando existiera uno que otro caso en nuestra isla. Quizás extranjeros que viajaban a Cuba como estudiantes, trabajadores, exiliados políticos con otro nombre y cubierta, protegidos por el gobierno cubano, y por qué no, turistas o cubanos que estuvieron metidos en los últimos confines del mundo, como militares, médicos, asesores y quién sabe qué otra cosa. Pero por la poca información extraoficial, o sea, de amigos o familiares, que muchas veces era la mejor información oficial que circuló durante muchos años, es más que evidente que existió un control para este tipo de enfermedad y muchas otras parecidas, lo que evitó que se convirtiera en la epidemia que presenciamos hoy en Haití.

El cólera es un padecimiento cuyos orígenes en la humanidad no están definidos exactamente. Algunos dicen que existen escritos antiguos que la mencionan en China, India y la Grecia Clásica y que puede ser la llamada peste negra que produjo la muerte a gran parte de la población mundial en el siglo XIV. Otros dicen que la enfermedad a que se refieren los antiguos escritos chinos, no es exactamente el cólera de que se habla hoy, sino un conjunto de enfermedades agudas gastrointestinales, que el origen de la que tenemos hoy se encuentra en India, descrita en una piedra en un templo en la época de Alejandro Magno, julio 356 a.C. – junio 323 a. C.

Venga de donde venga y sea más vieja a más joven, el cólera es una enfermedad aguda, diarreica, provocada por la bacteria Vibrio cholerae, la cual se manifiesta como una infección intestinal y que si no se coge a tiempo, termina matando en un período relativamente corto al que la posee, aunque al parecer es bastante fácil de controlar si se toman determinadas medidas higiénicas y los afectados tienen un mínimo de cuidado médico y algunas medicinas, para nada complicadas de tener.

Entonces el cólera y llega a mí, con dos aristas bien diferenciadas.

El constante reclamo y recordatorio de mis familiares y amigos de: “trata de no comer en la calle”, “prohibida las ensaladas verdes fuera de la casa”, “no tomes agua de la que venden en los semáforos”, y el clásico y repetido hasta la saciedad de, “lávate las manos, lávate las manos”, que se ha convertido en algo sobredimensionado, tratando de garantizará que no nos entre el cólera por esta vía. Entonces tendremos mayores problemas, pues dentro de muy poco nos quedaremos sin dedos, como consecuencia de tanto jabón.

Luego, el tema cólera, ha puesto en el candelero, una vez más, la problemática que tienen estos dos pueblos desde hace muchos años, me refiero a la presencia haitiana de forma creciente y sin control en República Dominicana y las diferentes variantes que esto desata. Posiciones que van desde los grupos de personas y algunas instituciones que mantienen la idea de que hay que ayudar a Haití y sus ciudadanos, hasta los más extremistas que plantean que la mejor solución es recoger a todos los haitianos, enviarlos para su tierra natal y cerrar absolutamente la frontera para que no regresen nunca más.

Gran problema, pues los haitianos tienen una gran presencia en la sociedad y sobre todo en determinantes actividades económicas dominicanas. La presencia se mantiene en la agricultura, en magnitudes no calculadas en la construcción de las torres de apartamentos y plazas comerciales de todo el país, en cada esquina como vendedores de frutas, jugos, emparedados, llenando los semáforos como limpiadores de vidrios de los autos o simplemente pidiendo dinero por su “agradable” presencia, también en algún que otro trabajo doméstico, increíblemente muchas veces en casa de los mismos que se oponen a que estén aquí, trabajando en las partes traseras de los negocios que venden comida y ahora como custodios o serenos en casi todos los edificios construidos o a medio construir. En resumen, los haitianos, mujeres y hombres, nos venden las frutas que comemos, nos construyen las casas que habitamos, siembran y cosechan los productos agrícolas, y más importante, nos cuidan nuestros autos, nuestros apartamento y a nosotros mismos mientras dormimos. Gran hipocresía de aquellos que se niegan a aceptar su presencia y por qué no, hasta su importancia para algunas labores económicas y de seguridad, pero bueno la hipocresía es una de las formas de vida en esta parte de la isla.

Lo cierto es que lo que comenzó con “algunos haitianos” se ha convertido hoy en miles de haitianos y cada vez más, que trabajan o sencillamente deambulan por las calles, no quitándoles el trabajo a las nacidos aquí, sino sencillamente ocupando cada espacio vacío dejado por aquellos que se niegan a trabajar en actividades duras o a cobrar lo poco que los empresarios, más que explotadores, pagan.

Los haitianos hoy, quiéranlo o no, forman parte indisoluble de la sociedad dominicana y por lo que veo, esto seguirá aumentando. Recuerdo que me llamó enormemente la atención cuando fui de Barahona a Polo, ver en un pueblo que se llama Cabral, la casi inexistencia de dominicanos. Todas las personas que estaban en la calle ese día, que eran muchas y que evidentemente tenían poco que hacer, eran haitianos, hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos, de todas las edades.

El problema se hace eterno. No creo que puedan devolverlos a todos. Hay haitianos que por el tiempo que llevan aquí o sus posibles “padrinos” son tan residentes legales como yo, la frontera entre los dos países se ha convertido en una de las mayores fuentes de enriquecimiento ilegal a partir del tráfico de personas, controlado en parte, parece ser incluso, por algunos militares, la frontera tiene muchos lugares no controlables, espacios que propician el paso sin control, a pesar del aparente rechazo que existe a los haitianos, hay empresarios que les convienen, por lo poco que exigen y lo poco que necesitan para vivir y lo poco que se les paga por su trabajo.

Deseemos entonces que se controle al menos el cólera y que no aparezca otra enfermedad mayor, que pueda pasar por la frontera y con esto poner en crisis no solo a Haití, sino también a la República Dominicana y con esto a haitianos, dominicanos y a todos los demás.