Como he dicho
antes, me he construido este blog para contar a los míos mis experiencias de
vida en R.D. y en estos momentos asisto a una que además de ser divertida, es
reconstructiva, pues enseña de forma amena, simple y clara, que es a mi gusto
la mejor forma en que se puede enseñar.
Para entender
mis ideas y se reconozca el valor de lo que luego voy a contar, es bueno que
recuerde que durante toda mi juventud fui enemigo de los psicólogos. Su labor
me parecía poco justificada. Recordaré también que provengo de un hogar
pragmático, objetivo, materialista dialectico, poco glamuroso, donde para mis
padres y abuelos lo más importante era el estudio, el trabajo y el fusil, luego
de haber comido bien. Bien significaba mucho. Por todo esto nunca tuvimos
problemas psicológicos y entonces nunca necesitamos este tipo de ayuda.
Siempre me llamó
la atención, lo que servía como alegato para mi defensa, que conocí psicólogos,
especialistas en terapia familiar y de pareja, que se habían divorciado 5 veces
y peor habían dejado hijos en cada uno de los intentos y me resultaba difícil
echarle toda la culpa de los fracasos siempre a sus conyugues. Además, al menos
en Cuba, eran o son famosos los hijos de los psicólogos y siempre se decía: “si
quieres ver un niño malcriado y pedante, remítete a los hijos de los
psicólogos”. Durante todos aquellos años fue para mi más que evidente el
asunto, o todos eran muy malos psicólogos, o sencillamente la psicología no
sirve para mucho. Conclusión entendible durante mi juventud radical, pues
suponía que el buen albañil debía levantar bien los ladrillos de su casa y el
buen chef de cocina tenía que lograr siempre que la comida quedara bien
cocinada independientemente de estar en la cocina de un restaurante o la de su hogar.
Mi juventud radical no me permitía entender aquello de “candil de la calle y
oscuridad de su casa”.
Con el paso de
los años, mejor decir de bastantes años, mi acercamiento teórico a algunos
temas relacionados con la conducta humana y mi relación de amistad diaria
primero con Miriam, la gran psicóloga de Víbora Park, y luego con la bella Anny,
residente hoy en Portugal, hicieron que poco a poco, pues tampoco fue de
sopetón, mi opinión sobre esta especialidad y su importancia fuera cambiando.
Llegué entonces
a R.D. y uno de mis trabajos me ha llevado a estar cerca de Lissette, cuyas dos
carreras universitarias en el área de los números, no han podido opacar la
pasión que siente por los temas de crecimiento y desarrollo humano. Lissette
comenzó en este tema hace ya algunos años, no diré cuántos para no develar su verdadera
edad, por pura necesidad de crecer o quizás sobre vivir y hoy esto se ha
convertido en uno de los pilares de su diario quehacer. Entonces de pronto me
veo envuelto en temas teóricos, profundos, de los que siendo sincero, jamás en
mi vida pensé que leería un párrafo y como dice el refrán popular: “a quien no
quiere caldo, tres tazas”. Lissette con enormes dosis de determinación, sin
reparar en mi inicial desgano, muy parecida a mi madre en su capacidad de
insistencia y perseverancia para el estudio, casi de forma obligada aunque dulcemente,
comenzó a leerme y comentarme capítulos enteros de libros que ella maneja con
cierta facilidad. No conforme con lo de leerme y comentarme, ha pasado a darme,
(empujarme), libros que tratan sobre estos temas. La imagen que me viene a la
cabeza es que tengo puesto un gran embudo en la boca y alguien desde arriba me
está empujando y empujando algo y que solo me queda el recurso de tragar y
tragar para tratar de salvar la vida.
Me gusta leer y
lo hago por trabajo o placer casi todos los días, pero puedo asegurar que
muchos de estos libros que hoy disfruto, jamás los hubiera tomado en mis manos
y menos los hubiera comprado. Muchos de estas obras que hoy son vendidas como textos
de autoayuda, lo que se ha puesto muy de moda en el mundo, tienen nombres
ridículos y melosos y los que me conocen recordaran que esto nunca ha sido
centro de mi atención.
Recuerdo que el
primero que leí hace ya muchos meses, se titula Sopa de Pollo para el Alma.
Título que inevitablemente dirigía mi pensamiento “materialista dialéctico” a
un libro de recetas de cocina. Después de haberlo leído, no solo concluyo que
es excelente sino que estoy de acuerdo incluso con la genialidad de ese título.
Entre otros, luego accedí a uno de autoría mexicana que narra la experiencia
tolteca y su aplicación para mejorar nuestra vida. Imagínense, un libro escrito
por un mexicano y sobre los toltecas. Me parecía horrible. Durante mucho tiempo
mientras leía, yo mismo me decía: “te has vuelto loco”. Al terminar de leer lo
que descubrí fue tan bueno, que escribí un artículo en este mismo blog. Ahora
estoy transitando por la lectura divertidísima de uno que se llama Escucha a tu
corazón. Mientras me acercaba a él, no podía dejar de pensar en que parecía más
el título de esas novelas ridículas y
enlatadas que ponen en la TV ,
o esos escritos también ridículos y
enlatados que aparecen dentro de las revistas de moda y sociedad. ¿Escucha a tu
corazón? Me sonaba loco.
No he terminado
de leerlo aún, pues lo tengo junto a otras cosas e incluso a otros libros, pero
como estoy descubriendo, o mejor conceptualizando ideas muy importantes,
quisiera irlo compartiendo pues estoy convencido de que si para mi es útil,
también lo podrá ser para muchos otros, que quizás influidos por el título,
jamás se animen a abrirlo. Una vez más, gracias Lissette.
Escucha a tu
corazón, es una obra del escritor, dibujante y conferencista norteamericano
Andrew Matthews, quien además del texto hizo las divertidas ilustraciones que
aparecen dentro del libro. El texto, es muy fácil de leer, pues está escrito en
un idioma claro, directo, lo que simplifica el problema para cualquier lector,
al que no se le exige una enorme cultura, ni se le atiborra con conceptos teóricos
y análisis súper profundos. Es sencillamente una obra que parte y comparte la
experiencia humana, que puede ser entendida por cualquier persona, sin importar
la edad, sexo y color, de cualquier latitud y cultura. Sólo, obviamente, hay
que saber leer y pensar. La estructura, que es para mi el gran mérito, está
diseñada a partir de temas y anécdotas, ligeras explicaciones aclaratorias y
algo que el autor llama Sabiduría al Minuto, especies de pequeños consejos o
moralejas que resumen el tema o idea que se explica en cuestión.
Entonces se me
ocurre ir reproduciendo textualmente cada una de las mejores Sabidurías al
Minuto, tratándole de incorporar también los dibujos en cada caso, y contarles
mis experiencias sobre estos temas, o sea, lo que he pensado y vivido aquí y
quizás, por qué no, en Cuba.