La vida es un largo viaje que tiene sus propias leyes. Es cierto que
podemos pensar y actuar para mejorarla. En realidad eso nos corresponde. Pero
hagamos lo que hagamos, existen leyes universales que rigen sin favoritismo.
Tal como dice Andrew Mattews en su libro, no importa que “seas pastor de cabras
o programador de computadoras, se aplican las mismas leyes”, o sea, al menos en
esto no importa que seas negro o blanco, rico o pobre, inteligente o menos
inteligente, etc., a todos nos afectan por igual.
Ley de la Semilla.
Ésta es bien sencilla de entender, pero increíblemente difícil de aplicar
debido, pienso yo, a esa cuota que aún nos queda de irracionalidad.
Si plantas una semilla hoy y tienes paciencia,
después de varios meses de arduo trabajo, podrás recoger frutos.
Bien sencillito y fácil de entender. ¿Verdad? De seguro muchos de nuestros
padres y abuelos, con menos estudios, lo sabían y practicaban. Sin embargo, nos
resulta difícil hoy pensar y sobre todo vivir así. Nuestra vida rápida nos
condiciona y termina por presionarnos.
Nos graduamos de un estudio y queremos un buen trabajo, sobre todo con buen
salario y si puede ser de gerente mejor. Queremos muy rápido comenzar a echarnos
fresco, tener casa con piscina, un Mercedes Benz y pasear por las islas del
Caribe. Comenzamos un negocio hoy en la mañana y en la tarde vamos al banco a
pedir un préstamo para comprar un carro. Llegamos como emigrantes económicos, o
sea, en busca de trabajo para poder vivir, nos descubrimos inteligentes y más
que eso, hábiles o vivos, y luchamos a los pocos segundos para ser dueños o
jefes. Tal como si el resto no existiera.
No está mal, el deseo de luchar y progresar ha movido siempre a la
humanidad, pero al querer violentar la ley de la semilla, o sea, sembrar,
trabajo paciente y luego recoger, nos metemos en un gran enredo.
Es cierto, si trabajas bien, recibirás los beneficios, pero como dice
Mattews, MÁS TARDEEEEEEEEE. A veces es necesario que pasen algunos años. Ni la
Biblia dice que los beneficios son para ahora mismo. Tienes que trabajar mucho
y muy bien sin importarte más nada, entonces un día, alguien se fijará en ti y
mejorarás.
Hemos llegado al momento que reservamos los esfuerzos y los condicionamos a
lo que recibimos. Si me pagan mejor entonces trabajaré mejor. Si me pagan 5
pesos produzco 3 ideas, pero si me pagan 10 pesos entonces podré producir 3
ideas más. Error.
Escribí un libro, una biografía sobre Nabij Khoury, emigrante libanés que
llegó a RD con 13 años procedente de Bazbina, un campo en el Líbano. Durante
los meses de trabajo tuvimos varios encuentros para poder yo enterarme de lo
que él había vivido y quería trasmitir y recuerdo que como algo muy definido en
su filosofía de vida, de lo cual está más que orgulloso, me dejó siempre dos ideas
muy claras:
1.- Siempre se arropó hasta donde la sabana le alcanzó. Nunca vivió por
encima de sus posibilidades. Siendo ya dueño de dos negocios que producían
dinero, se trasladó en bicicleta durante años. Compró su primer automóvil varios
años después de haber comenzado, un pequeñito VW de uso.
2.- Nunca gastó su dinero en inventos superfluos, siempre fue un hombre
sencillo. El dinero que produjo lo invirtió, a veces con acierto otras no, pero
nunca vivió por encima de sus reales posibilidades. El dinero no era para
botarlo.
Hoy Nabij exhibe una vida que puede causar envidia a miles, quizás a millones
de personas y eso me sirve de ejemplo constante para mis alumnos. Siempre les
comento que el marketing no es magia, tal como muchos pretenden que sea. Me
haré famoso por ésta frase. Hay que pensar con claridad, luego invertir bien,
trabajar mucho y después de tener a Dios como aliado, poseer el dinero que te
permita aguantar muchos meses. No hay negocio que entregue beneficios a la
mañana siguiente de haberse establecido. Una cosa es vender, otra es obtener
beneficios.
Si todo fuera tan sencillo como en los libros, todos fuéramos millonarios y
la realidad, lamentablemente, dice lo contrario. Entonces si siembras una
semilla hoy, mañana por la mañana, sólo recogerás una semilla mojada o podrida.
Para recoger frutos hay que esperar y esperar, sin dejar de trabajar.
Ley Causa y Efecto.
Si siembras hoy 10 semillas, no tendrás 10 árboles mañana.
Es cierto, tal como lo explica Mattews, algunas de las semillas se quemarán
por el calor, otras se pudrirán con la humedad. Una parte se las llevará el
agua que penetra en la tierra y otras servirán de alimento para algunos animalitos. Para tener
10 plantas grandes, tienes que depositar en la tierra, 20, 30 o quizás 50 semillas.
Eso también lo sabían nuestros abuelos sin títulos universitarios. Ahora
recuerdo que muchas veces nos ponían a resembrar posturas en los espacios que
quedaban vacíos después de la primera siembra en aquellas tristemente famosas
escuelas al campo. Quizás muchos de ustedes también lo recuerden.
Para conseguir un buen y estable cliente, tienes que visitar 10, 20 o más prospectos.
Para conseguir un buen amigo tienes que hablar con todo el mundo, abrirte,
escuchar, estar dispuesto a compartir y ayudar y dentro de todas esas personas
con que te relaciones todos los días, aparecerá el amigo para la vida. Para
tener a tu lado una buena mujer, tienes que probar con muchas mujeres y tener
la capacidad de discernir. JAJAJAJAJAJAJAJ.
Trabajé en Cuba con un fotógrafo profesional italiano hace ya algunos años.
Francesco Venturi, además de buen fotógrafo, es el dueño de una casa editora de
libros ilustrados en Londres y viajó a la isla para hacer un libro sobre
arquitectura en La Habana. Me quedaba maravillado, en realidad impresionado,
con lo calidad de las fotos que publicaban en sus libros. Francesco se reía,
siempre se reía y me explicaba. “No hay magia, sólo trabajo, mucho trabajo y un
poco de dinero”.
¿Cuál era el método entonces? Se escogían los objetivos a fotografiar. Si
había que estar a las 5:00 am, pues había que madrugar, si había que meterse en
el fango de cabeza, pues al fango y a cada objetivo se le tiraban 20 fotos
diferentes, que luego eran llevadas a una mesa de trabajo y después de un
rigoroso análisis con expertos, se seleccionaba la que se llevaría al libro. ¿Resultados?
La suprema calidad, nada anterior era ni remotamente parecido. Pero para
escoger una fotografía, era necesario encuadrar, hacer pruebas y como mínimo
dedicar 20 fotos de aquellos rollos de 36 milímetros.
Buenos fotógrafos eran los cubanos, me decía Francesco, pues durante muchos
años, antes del invento de las cámaras digitales, sólo le daban un rollo con
posibilidad para 36 fotografías y tenían que entregar 36 fotos buenas. No eran
fotógrafos, en realidad eran genios.
He pensado mucho mientras escribo y me hago yo mismo la pregunta que quizás
algunos de ustedes se esté haciendo ahora mismo mientras lee. ¿Pero en realidad
el autor de este artículo ha logrado la perfección que proclama?
Para nada, es la respuesta. Sólo trato de aprender mientras escribo o
escribo para poder aprender.
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