lunes, 5 de diciembre de 2011

Los Cuatro Acuerdos. Un libro de la sabiduría tolteca

Este artículo que a continuación publico lo tengo escrito desde hace varias semanas, pero por falta de tiempo para esto, no lo había puesto en el blog. Hace todavía escasas horas, con mucho pesar, he recibido la noticia de que un lector de mi blog “Dominicaneando”, quizás uno de los más entusiasta y apasionado, se acaba de suicidar de la cabeza. Lamentable forma de auto matarse para desaparecer, lamentable porque de nada sirve un corazón sano y fuerte biológicamente sin un cerebro que dirija sus acciones. Conozco además que antes de suicidarse de la cabeza, escribió un testamento a todos los amigos cercanos y lejanos, conocidos e incluso desconocidos que están en todos los confines del mundo, uniendo las direcciones de correo que poseen varias personas, lo que denota que ya no se encontraba bien. Su estado mental era en ese momento muy precario.

Esto, como consecuencia, ha generado una enorme cantidad de llamadas y correos electrónicos a mi mujer y a mí, que al creernos afectados, han venido con muchas frases de aliento, sabiduría, consejos, esperanza y sobre todo muchísimo reconocimiento. Paralelamente muchos mensajes se han escrito a ese lector, criticando negativamente y cuestionando el contenido y la forma escogida para suicidarse de la cabeza. Pobre corazón sano y fuerte biológicamente, ahora ya no tiene un cerebro que coordine sus acciones y además se ha quedado solo en la vida.

Entonces he buscado una frase que sirva como epitafio para colocarla como recuerdo eterno en la lápida que cierra este capítulo definitivamente del suicidio de la cabeza de mi lector antes mencionado y aunque no soy para nada religioso, he encontrado una conocida que me parece buena para esta ocasión.

“Perdónalo Padre. Él no sabía lo que hacía”.

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Trabajando un día en casa de mí amiga Lissette, descubrí sobre la mesa de centro de la sala, junto a otros libros, un libro aparentemente dejado allí al descuido, lo que le daba cierto aire de buena decoración al lugar. Como soy amante de los libros, no pude dejar de cogerlo en mis manos y tratar de enterarme de qué trataba.

Por el título y resumen que leí, “Los cuatro acuerdos. Un libro de la sabiduría tolteca” y el autor, el mexicano Miguel Ángel Ruiz, muy rápido lo devolví a su lugar. Sin saber exactamente sobre el contenido, definí que para nada me interesaba el tema y entonces dediqué un pensamiento a mi hermana Normita que vive en México. Todo lo que huela a mexicano me lleva a ella constantemente.

Días después Lissette insistió en que lo leyera y frente a su insistencia y como siempre buena descripción del contenido, me embulle a pasarle la vista. Que equivocado estuve con mi primera impresión.

Al comenzar a leer descubrí un tema que me apasionó del todo e hizo que me devorara las páginas y no sólo eso, sino que me sirviera para reflexionar seriamente sobre la vida mía y la de los cercanos que me rodean, cosa que hago con bastante frecuencia. Termine dedicando otro pensamiento a Normita, quizás como petición de perdón por haber desestimado el asunto por solo venir de donde venía. Ella me conoce bien, sabrá que es cierto lo que digo.

Lo apasionante que resulta lo que he leído, lo importante para cualquier ser humano que esté vivo, aclaro esto porque hay muchas personas que por su forma de vida están muertos aunque aún respiran y sólo esperan pacientemente a que les expidan el certificado de defunción, y lo que me reafirma alguna de las ideas que tengo desde muy joven, hoy me siento a escribir sobre lo que aprendí, tratando de compartirlo con otras personas, más allá de mi compañera de trabajo.

Los Toltecas son reconocidos en todo el sur de México como hombres y mujeres de conocimiento. Fueron científicos y artistas que formaron una sociedad para estudiar y conservar el conocimiento espiritual y las prácticas de sus antepasados. El autor del libro, no es un mexicano cualquiera, sino que, Miguel Ángel Ruiz, es doctor, chamán y maestro. Fue médico cirujano hasta que tuvo una experiencia cercana a la muerte que lo llevó a buscar respuestas en las tradiciones ancestrales de los toltecas, dentro de los cuales su madre fue una curandera y su abuelo un nahual o chaman.

En resumen, en este libro, que es de hecho su obra más influyente, el Doctor Ruiz, trata de llevar a la libertad personal de los acuerdos y creencias que hacemos con nosotros mismos y con los demás que crean limitaciones e infelicidad en nuestras vidas. Finalmente, trata de encontrar la propia integridad, amor propio y la paz dentro de esta realidad. De ahí su elección y propuesta, reconociendo en la cultura de sus antepasados lo que define como los cuatro acuerdos toltecas.

Convencido de que al conocer sobre estas ideas, muchas personas se verán reflejadas y al menos entenderán lo que les ha pasado y muchas otras después de leer comenzaran a realizar cambios en sus vidas, dejaré en este escrito un pequeño resumen de su gran contenido, ojala provoque la necesidad de profundizar más en ellos.

Nacemos con la capacidad de soñar y los seres humanos que nos preceden nos enseñan a soñar de la forma en que lo hace la sociedad. Utilizando nuestra atención, que es la capacidad que tenemos de discernir y centrarnos en aquello que queremos percibir, aprendimos una realidad completa; aprendimos cómo comportarnos en sociedad, qué creer y qué no creer, qué es aceptable y qué no lo es, qué es bueno y qué es malo; qué es bello y qué es feo, qué es correcto y qué es incorrecto.

De niños no tenemos la posibilidad de escoger nada, por lo que terminamos de acuerdo con toda la información que otros seres humanos nos transmitieron. Lo que lleva a que almacenemos esa información, estemos de acuerdo y entonces terminamos creyendo. A este proceso se le llama proceso de domesticación de los seres humanos.

En el proceso de domesticación perdemos todas nuestras tendencias naturales. La domesticación es tan poderosa que en un momento de nuestras vidas, ya no necesitamos a nadie o nada externo que nos domestique. Estamos tan bien entrenados que somos nuestros propios domadores.

Para pensar y tratar de solucionar muchos de estos aspectos, los toltecas tienen elaborado desde hace muchos siglos, cuatro aspectos fundamentales para la vida, a lo que llaman “acuerdos”

Primer Acuerdo. Se impecable con tus palabras.

Ser impecable es no ir en contra de uno mismo. Cuando se es impecable, se asume la responsabilidad de los actos, pero sin juzgarse ni culparse. Ser impecable con las palabras significa utilizar la energía correctamente en la dirección de la verdad y el amor por uno mismo. Al ser impecable con las palabras será suficiente para que la verdad se manifieste a través de uno mismo.

Esto es difícil de lograr porque hemos aprendido a hacer de la mentira un hábito para comunicarnos con los demás y peor, para comunicarnos con nosotros mismos. Llegamos a reprimir nuestras emociones e ideas para lograr la aceptación y el amor de los demás. Nos deshonramos a nosotros mismos para complacer a otras personas. Intentamos ocultar lo que somos y fingimos ser lo que no somos para ser aceptados. Lo que resulta en una falta de autenticidad y una necesidad de usar máscaras sociales para evitar que otros nos descubran. Tenemos miedo de que otros descubran que no somos lo que pretendemos o aparentamos ser.

Segundo Acuerdo. No te tomes nada personalmente

No tomarse nada personalmente significa no estar de acuerdo con cualquier cosa que se diga. Al estar de acuerdo el veneno de las palabras o el chisme te atrapa.

Cuando uno se toma las cosas personalmente, se siente ofendido o reacciona defendiendo sus creencias y creando conflictos. Se trata de tener la razón y de demostrar que los demás están equivocados.

Las personas tienen su propio sistema de creencias lo que crea sus propias opiniones, por lo que lo que piensan está relacionado con ellas mismas y no contigo. Cuando lo que se nos dice nos duele, no es lo que nos han dicho lo que crea el dolor, es que lo dicho roza las heridas que podemos tener.

Muchas veces nos sabemos lo que queremos, cómo lo queremos y cuándo lo queremos porque una parte de la mente quiere una cosa y la otra parte quiere exactamente lo contrario. Una parte pone objeciones a determinados pensamientos y actos y la otra los apoya. Lo que significa que vivimos en un infierno.

No tomarse nada personalmente significa no depositar tu confianza en lo que otros hagan o digan. Basta con confiar en si mismo para elegir con responsabilidad. Nunca se es responsable de los actos de los demás.

Tercer Acuerdo. No hagas suposiciones.

Tendemos a suponer y al hacerlo creemos que lo que suponemos es cierto, que es real. Al hacernos suposiciones, nos estamos tomando el tema personalmente y entonces obramos mal.

Siempre es mejor preguntar que hacer una suposición. Es mejor preguntar. Aclarar significa evitar sufrir. No preguntamos porque tenemos miedo a pedir una aclaración. Suponemos y defendemos a capa y espada nuestro supuesto, intentando demostrar que el otro no tiene la razón.

El gran conflicto de la mente humana es que sólo vemos lo que queremos ver y oímos lo que queremos oír. Soñamos sin basarnos en la realidad, inventamos las cosas en nuestra imaginación.

Los seres humanos necesitamos justificarlo, explicarlo y comprenderlo todo para sentirnos seguros. Esta es la razón por la que en muchos casos hacemos suposiciones. Suponemos que todo el mundo debe o tiene que ver la vida del mismo modo que nosotros. Suponemos que los demás piensan, sienten, juzgan y maltratan como nosotros lo hacemos. Es la razón ésta por la cual nos da miedo ser nosotros mismos ante los demás.

Hacemos suposiciones sobre nosotros mismos, sobrestimándonos o subestimándonos porque nos da miedo preguntarnos sobre determinado aspecto o actuación. Por hacernos suposiciones llegamos a pensar que podemos con buenos actos, amor y cariño, llegar a cambiar a la otra persona. Esto no es cierto. Las personas cambian porque quieren cambiar, no porque la actuación externa los haga u obligue al cambio. El amor verdadero es aceptar sin intentar cambiar a la otra persona. Si intentamos cambiarlo es porque no nos gusta. La idea de vivir con alguien es escoger a una persona que sea exactamente igual a lo que uno quiere. Hay que encontrar a alguien al que no haya que cambiarle nada.

Cuarto Acuerdo. Haz siempre lo máximo que puedas.

Lo máximo que puedas hacer varía constantemente en dependencia de múltiples factores. Haz siempre lo máximo que puedas, significa que si intentas esforzarte demasiado para hacer más de lo que puedes, gastarás más energía de la necesaria y al final el rendimiento no será suficiente. Cuando te excedes vas en tu contra. Por otro lado, si haces menos de lo que puedes hacer, terminarás con frustraciones, juicios, culpas y reproches. Si se hace lo máximo que uno puede hacer, en cualquier circunstancia de la vida, no te juzgarás a ti mismo en modo alguno.

Haz lo máximo que puedas hacer, significa que es la acción lo que te da felicidad. Hacer lo máximo significa que actúas porque amas hacerlo, no porque esperas una recompensa. Si te gusta lo que haces y siempre haces lo máximo que puedas, entonces disfrutarás realmente de la vida. Te divertirás y no te sentirás frustrado.

No te inquietes por el futuro, mantén atención en el día de hoy y permanece en el momento presente.

No creo que esto pueda funcionar como receta para todo y todos. No creo que los toltecas, ni nadie en particular tengan la verdad absoluta sobre un determinado tema. Sin embargo, creo fuertemente en que después de leer este pequeño resumen que aquí comparto y ser sinceros con nosotros mismos, podemos lograr una mejoría en lo que sentimos y hacemos, en la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás, en la relación que experimentamos entre lo que tenemos y no tenemos, entre la alegría de estar vivos y la tristeza de aparentar una vida que no tenemos y como conclusión general en la forma en que vivimos. Esa mejoría puede ser pequeña al comienzo, no importa, lo esencial es comenzar. Luego si se establece un método coherente e independiente del proceso de la domesticación para vivir, pensar y evaluar lo que hacemos y tenemos, la mejoría sola irá creciendo y llegará el momento incluso que estaremos en condiciones de poderla compartir con otros, porque nos sobrará.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

CUENTO VIEJO, DISPOSICION NUEVA. NO HABRÁ MAS INDIOS EN REPUBLICA DOMINICANA.

Como varias veces he contado, llegué a República Dominicana en diciembre del 2007. A los pocos meses de estar aquí, vencida mi VISA de turismo e interesado en quedarme a vivir en este país, comencé el escabroso trámite de legalizar mi estatus migratorio, para lo cual tuve que someterme, como todo el que pretende esto, a muchos viajes a la Dirección General de Migración y Extranjería, documentos y más documentos, copias y más copias, certificado de buena conducta, examen médico, fotos y mucho dinero.

Como parte final para obtener la Residencia Provisional por un año, está la de sacar la Cédula Dominicana en la Junta Central Electoral, a lo que me dispuse llegado el momento. Ya saben, de nuevo documentos y más documentos, fotos y más dinero.

Recuerdo que después de llenar una planilla y entregarla, casi al final del trámite, antes de recibir la Cédula, la muchacha, de piel bastante oscura pero con el pelo extremadamente lacio y brilloso, que agradablemente me atendía, me dijo:

_ Por favor, revise los datos para evitar errores.

A lo que muy rápido, como siempre desesperado por terminar e irme, respondí:

_ No es necesario, deben estar bien.

Ella sonriendo, quizás recordando otros casos anteriores o quizás pensando, no seas bobo lee porque luego te va a costar, me dijo:

_ Revíselo con calma, pues luego, si existe un error, para arreglarlo va a tener que pagar 1000.00 pesos dominicanos.

La noticia fue tan impactante que con la misma rapidez que respondí que no hacia falta revisar, cogí la planilla y comencé a leerla. ¿Mil pesos por un error?????? Están locos. Ya saben, nombres, apellidos, estado civil, etc. Todo estaba bien, pero … para mi asombro cuando llegó al tema de la raza, leo que dice indio y eso me impactó y medio me molestó, todo esto muy en el interior. JAJAJAJAJA

Muy cuidadosamente levanté la vista y le dije:

_ Mira, a mí no me importa, pero salí de Cuba siendo blanco y tengo más de 40 años viviendo bajo esta denominación y ahora tú me pones que soy indio.

En realidad si me importaba, de no importarme ni me hubiera molestado en leer. Ella, con un dinámico movimiento de cabeza, lo que garantizaba un ir y venir de su cabello lacio que siempre quedaba arreglado y una seguridad espantosa, de esas de que el Sol siempre sale por el este, me respondió:

_ Si, usted es indio.

A lo que yo, todavía muy cuidadosamente, tratando de no crear un problema que pudiera entorpecer el trámite y evitando que a alguien se le ocurriera que debía regresar a Cuba, pero medio jodido, le pregunté:

_ ¿Y entonces para ti, quiénes son los blancos?

Ella levantó su cabeza por encima de las personas que estábamos apilonadas en aquel cuartico y señalando a dos extranjeros que estaban sentados rígidos e inmóviles, me dijo:

_ Mire, aquellos dos, son blancos.

Fin del cuento. Los extranjeros eran de esas personas típicas del norte, norte, de algún lugar como Europa o Canadá, o sea, no eran blancos, sino casi transparentes, el color del pelo de la cabeza, único lugar visible donde poseían bellos, se confundía con el color de la piel, y lo único diferente a ese color, eran los ojos azules que resaltaban en medio de aquella gran palidez.

Entonces, yo muy convencido y alegre y con una gran sonrisa que lo demostraba, le dije:

_ OK. Evidentemente si esos son los blancos, entonces yo soy indio.

Terminé los trámites y salí de allí con mi Cédula. Eso era lo importante, no la raza ni el color de mi piel. Aunque confieso me complicaba desde el punto de vista teórico la idea de que seguimos arrastrando el tema de la conquista a pesar de los siglos que han pasado, pues seguimos llamando indios a un tipo de persona, a la cual deberíamos reconocer como aborígenes, ya que indios fue el calificativo español utilizado por equivocación para definir a los pobladores de estas tierras, que como todos sabemos, poco nos parecemos y tenemos que ver con los que nacen en India.

Hasta hoy tengo lo de indio en mi Cédula, lo que siempre sirve de broma entre mis amigos cuando nos reunimos y salen a relucir las dominicanadas que vemos, sobre todo cuando en ese grupo existe la linda Ileana Romero, hija de nuestro gran Roberto Romero, mulata, francamente mulatas, gustosamente mulatas, que tiene puesto en su Cédula, color de la piel blanco.

Pero como la justicia no se hace esperar, hace menos de un mes, la Junta Central Electoral, tratando de arreglar el potaje o sancocho en dominicano, en vista a las próximas elecciones del 2012, presentó al Congreso Nacional un Proyecto de Reforma a la Ley Electoral de la República Dominicana, donde define que “el color será establecido por la etnia a la que pertenezca el inscrito, y como los colores que se establecen por etnia son el mulato, negro y blanco, entonces el indio desaparecería”.

¡Aleluya!!!!!!!!!!!!!!!. Después de cinco siglos, no habrá más indios en República Dominicana. Mulato, negro y blanco serán los colores para distinguir a los dominicanos y a los residentes extranjeros, por lo que en algún momento de mi vida podré recobrar mi categoría de blanco. JAJAJAJAJAJA. Conmigo deberán escapar también muchos otros, pienso ahora en los pobres chinos que abundan en nuestras calles y la categoría de amarillos que le hemos puesto. ¿Amarillos? Imagino que ellos se preguntaran constantemente.

Y ahora esto me introduce otra preocupación y muchas otras dudas, que tienen que ver obviamente con la gran diversidad que significa a lo que algunos definen como la única raza que existe, el ser humano. ¿Es el mulato un color?, ¿Dónde está la frontera entre los colores para definir la piel?, ¿Cómo le pondríamos a Michael Jackson hoy, de estar vivo obviamente y no haber visto las fotos de cuando era niño o adolescente, blanco, mulato o negro?, ¿A los dominicanos les gustará lo de negros, porque los subiditos de color se autonombran morenos, teniendo en cuenta que con frecuencia sólo se utiliza lo de negro para los haitianos y a veces de forma despectiva?, ¿Seguirán teniendo en la Junta a dos extranjeros rubios, lampiños, blancos transparentes, sentados allí como patrón de referencia para otorgar el color blanco?, ¿Mejoraré para blanco o me impondrán lo de mulato?, ¿Tendré que pasar semanas y semanas a la sombra para quitarme de arriba el sol de las calles dominicanas?, ¿Tendré que virarme y bajarme el pantalón para enseñar la parte donde no da el Sol? JAJAJAJAJAJA.

Tengo que esperar hasta el próximo año para renovar mis documentos, aunque debo reconocer que iría antes sólo para curiosear y ver cómo lo definen. Imagino que sacaran un pantone o tabla de colores para comparar. Imagino a gente peleando. Espero para ese entonces poder contarles.

martes, 15 de noviembre de 2011

El desodorante de Jonathan.

Tengo una lista enorme de cosas sobre las que pienso escribir, pero como lo que me acaba de ocurrir hoy, lunes 14 de noviembre de 2011, resulta increíble, casi insólito, lo priorizo.

Vivimos cerca del supermercado Nacional de la Avenida Núñez de Cáceres, en Santo Domingo, por lo que es el lugar más visitado por nosotros para la compra de los productos que solemos consumir. Ahora mismo, en medio de constructores, cables en el piso, cemento, pintura, como parte de los trabajos de reconstrucción del lugar que se están haciendo con los clientes dentro y un cambio constante, casi a diario, de los estantes y los productos, lo que dificulta la localización de lo que uno busca, seguimos visitando dicho supermercado. La oferta es buena, los precios …, bueno los precios no tan buenos, pero …

El pasado 10 de noviembre hicimos una de nuestras comprar habituales. Mi hijo Jonathan asistió como compañía y de paso seleccionó su desodorante, pues semanas antes no lo había podido encontrar. La visita, como siempre programada para muy pocos productos y muy corto tiempo, se convirtió en un carro lleno de cosas y casi hora y media de paseo entre envases, etiquetas, colores, precios, etc. Al final pagamos en la caja escogida al azar y nos regresamos a nuestro apartamento.

Al desempacar y organizar la compra, muy rápido detectamos que faltaba el dichoso desodorante y nos dispusimos a pensar y hablar mal del supermercado y de todos los que allí trabajan. Como los mismos dominicanos apuntan que la vida ha ido cambiando en su otrora tranquilo país y que a partir de hace dos años la violencia, el robo, la falta de respeto ciudadana, la falta de solidaridad y la deshumanización de muchos, ha venido creciendo, nos fue muy fácil caer en la conclusión que nos habían robado.

No había sido la cajera, pues yo me mantuve todo el tiempo frente a ella mientras pasaba los productos por el scanner, pero, ¿el muchacho empacador, el que mete los productos en las fundas *? El resultaba más fácil de convertir en el culpable que necesitábamos. El desodorante no era tan importante como para volver en ese momento al súper. El calor existente, la inversión de tiempo en averiguar y explicar quizás a varias personas en el supermercado hacían que no nos estimuláramos a regresar, así que nos quedamos en casa, pero siempre con el mal sabor de haber sido los “bobos” de los cuales había vivido ese día un “vivo”.

Hoy regresamos al mismo supermercado en busca de algunas cosas que no habíamos comprado en nuestra visita anterior, y entre ellas, por supuesto, el desodorante de Jonathan. Mientras caminábamos dentro del súper, en medio de nuestro “divertido paseo”, de pronto una mujer, me niego a definirla mejor porque el tema de la edad y las mujeres es bien complejo, aunque me arriesgo a decir que era relativamente joven, vestida de uniforme, lo que la identificaba como empleada del supermercado, se nos abalanzaba rápidamente, dándonos gritos, bajitos, pero gritos. Jonathan y yo nos miramos sorprendidos y aunque no nos comentamos nada, pensamos al unísono, bueno, qué fue lo que hicimos ahora.

A medida que ella se nos acercaba, su rostro comenzó a delatar una franca satisfacción, no entendíamos, pero al menos pudimos concluir por su sonrisa que no traía un regaño. Sentimos alivio y entonces ocurrió lo insospechado, lo inesperado, lo asombroso para los días que vivimos.

La mujer, a la que hoy conocemos por su nombre, Nilva Patxot Romero, no era una empleada común, sino una cajera, la cajera que nos había atendido aquel 10 de noviembre y por su sonrisa grande, no venía a reganarnos, todo lo contrario. Ella nos había identificado y venía a comunicarnos que el desodorante de Jonathan, se nos había quedado enmarañado con el resto de las fundas vacías que siempre hay sobre el área de empaque. Para colmo, con ella traía al Jefe de Seguridad, al que le explicó tan bien que no pudo decir ni una palabra. Luego para rematar se brindó a que pasáramos a pagar por su caja, pues como ella conocía muy bien la historia, el desodorante que ya teníamos seleccionado junto a los otros productos, no se nos cobraría.

Mi primera reacción fue de esas de: ¿Qué? No podía entender, ni creer mucho que esto estuviera sucediendo. Jonathan, sonreía abiertamente, no sé si por la historia de su desodorante o por mi reacción, de seguro recordaba todo lo mal que habíamos pensado y hablado sobre el tema.

Pagamos a Nilva, desde hoy nuestra cajera preferida y salimos con el desodorante, tal como si fuera una medalla de oro de esas que se ganan en un evento deportivo o una de esas piezas antiguas que se encuentran en una excavación arqueológica. A ella, lamentablemente, no podré subirle el sueldo, no podré cambiarle el uniforme por otro más lindo y cómodo, no podré promoverla a otro puesto dentro del supermercado, quizás no podré dejarle ni una buena propina, su condición de cajera lo impide, pero si podre agradecerle siempre, más de lo que ya lo hice. Su acción y esfuerzo enseña que en medio de tanto deterioro humano, siguen existiendo personas buenas.

Entonces a ella como agradecimiento, no por el desodorante de Jonathan, sino por la enseñanza de que se puede ser mejor, va dedicado este artículo.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Circo del Sol en República Dominicana


Espectacular. Sencillamente ES-PEC-TA-CU-LAR. Esa debe ser la sensación de las miles de personas en República Dominicana y quizás de millones alrededor del mundo que han podido presenciar en vivo una actuación del mundialmente famoso Cirque du Soleil, (Circo del Sol).

No soy amante del circo. He asistido a él en dos momentos diferentes de mi vida, quizás como muchas otras personas. Primero como niño, hoy recuerdo que ilusionado con presenciar las cosas que uno no veía todos los días, o sea, el tipo que echaba fuego por la boca, los malabaristas, el domador de leones, creo que durante muchos años en Cuba sólo existió uno, y los payasos. Segundo como papá, en esos momento menos ilusionado con lo del traga fuego y el domador, pero contento con poder acompañar a los míos y verlos divertirse, quizás con los mismos números de siempre, el mismo trompetista y su trompeta estridente y desafinada, el mismo domador y los mismos leones, todos con 15 ó 20 años más, aunque para los niños nuevos.

Cuando escucho la palabra circo, no puedo evitar pensar en aquellas aventura en blanco y negro de “Juan Quinquín en Pueblo Mocho”, que tantas veces repitieron en la TV cubana, donde los papeles fueron interpretados por los mismos actores fundadores, Julito Martínez y Edwin Fernández, varias veces y al faltar estos, fueron también interpretados por la mitad de los actores, ya no tan buenos, del ICRT, pero que nos entretenían a los muchachos sin tener tanto derroche de tecnología, sino más que todo con buenas y agradables actuaciones.

Durante estos últimos años, primero en Cuba y después en República Dominicana, he visto las presentaciones del Circo del Sol a través de videos y siempre al terminar totalmente apasionado con el asunto, me quedaba, imagino como muchas otras personas, el sabor amargo de que nunca lo podría ver en vivo. Ya saben el “fatalismo geográfico”.

Un buen día del pasado mes de octubre aparecieron en la ciudad los primeros carteles que anunciaban la próxima presentación del Circo del Sol en Santo Domingo, lo que aumentó mi ansiedad debido ahora a la cercanía. Mi hijo Jonathan se dispuso a comprar las entradas para asistir junto a la familia de su novia. Lo que como consuelo, al final me alegró, pues por lo menos tendría buenos cuentos de primera mano, confiando en la expresividad de mi descendiente.

Pero como decimos en Cuba, la suerte es loca y a cualquiera la toca. Entonces una mañana, teniendo ya Jonathan sus entradas en la mano, lo llamaron desde Orange, su proveedor de servicios telefónicos y le dijeron que se había ganado dos entradas para la premier del Circo del Sol. Lo primero que ésta llamada desencadenó fue incredulidad. No podíamos tener tanta suerte. Casi sin creer mucho, Jonathan fue a la oficina de Orange más cercana y regresó contento con un sobre negro, elegante, que contenía dos entradas. A partir de ahí, mi sueño de presenciar éste espectáculo en vivo, se hizo realidad como por arte de magia.
El Circo del Sol fue fundado en 1982 por un grupo de artistas acrobáticos de las calles de Montreal y Quebec, en Canadá, que decidieron reunirse para crear una escuela y una nueva forma de hacer un espectáculo circense. A partir de ahí comenzó y creció la obra que hoy podemos disfrutar.

Cada una de sus obras y presentaciones resulta un desafío a la estética y belleza, a partir de un muy pulcro montaje y un muy buen respaldo de la más moderna tecnología. La combinación del fabuloso vestuario, el sistema de luces, la música en vivo bien interpretada con cantantes muy profesionales, la sincronización y el ritmo de cada uno de los actos, junto a la elevadísima profesionalidad de todos los participantes, hacen del momento algo inigualable.

El primer reto para mí que tenía el Circo del Sol en Santo Domingo era la hora de comienzo. Son pocas las actividades, casi ninguna, las que comienzan a la hora señalada y como la tradición en este sentido es tan, pero tan fuerte, estaba convencido de que lo de las 7:30 pm era un chiste. Para mi asombro, a las 7:24 pm salieron unos payasos a caletar al público asistente, de esos que se roban totalmente el show desde que aparecen y a las 7:30 pm en punto, sin un segundo de más o de menos, el audio local, para esta ocasión de extrema calidad, dijo: Buenas Noches, Damas y Caballeros. A partir de ahí todo lo que aconteció fue maravilloso, desafiando la relación que existe entre lo que uno cree que se puede y no se puede hacer.

Dralion, nombre del espectáculo presentado, proveniente de la unión de Dragón y León, como símbolos de occidente y oriente, refleja el tan necesario equilibrio entre la naturaleza y los seres humanos, a partir de bailes o danzas cercanas a lo folklórico, vestuarios tradicionales de África, India y China, canciones en un idioma inventado exclusivamente para esta obra, que no se entiende, pero se entiende, magistral juego de luces y dentro de todo esto, las fantásticas demostraciones acrobáticas, de enorme belleza y complejidad, donde los giros, saltos, enganches y coreografías humanas llegan hasta donde uno no puede imaginar.

Al final, como recompensa, los actores, músicos, y acróbatas, obtuvieron con enorme espontaneidad, los aplausos de un público, no sólo de niños, sino de muchos, muchos jóvenes y adultos, asombrados y agradecidos por la calidad de lo que habían presenciado.

Y ahí estaba yo, aplaudiendo tanto o más que cuando era niño. También asombrado y agradecido. Tal fue mi sentimiento que tan pronto salí del espectáculo, luego de varios minutos de chocar efusivamente ambas manos, comencé a lamentar no poder verlo de nuevo al siguiente día. Así es la vida de inconforme.







martes, 25 de octubre de 2011

EL MÉTODO DE ASTER





Cuando uno proviene de un país como Cuba, donde con el paso de los años dentro del proceso socialista se asistió al deterioro de muchos aspectos de la vida económica, política, social, espiritual, etc., del país competo y como consecuencia al de la mayoría de sus gentes, podría pensarse que al llegar a un país de los identificados como de economía de mercado, todo debería funcionar a la exactitud.

Se supone que la idea de empresas privadas de todos los órdenes, desde hospitales y clínicas, escuelas de todos los niveles, hasta simples bodegas y negocios de barrios, deberían están influidos en su actuación por las famosas ideas de calidad, flexibilidad, respuesta rápida y segura a la necesidad o demanda de los cliente, garantía de productos y servicios ofertados, etc., etc., etc.

Resulta difícil y hasta cierto punto duro comprobar que a pesar de que si es cierto lo de privado, o sea, dueños y empleados como fórmula más importante de vida, una gran parte de las compañías existentes en el entorno económico dominicano siguen viviendo sobre el presupuesto primitivo de “el burro se amarra donde lo diga el dueño aunque se ajorque” al decir en buen idioma dominicano. *

Según cuentan nuestros padres y abuelos, existía en Cuba una cultura de servicio y producción independientemente del tipo o tamaño del negocio. Lugares como La Habana, Varadero, Cienfuegos, Santiago de Cuba, fueron joyas para paseos y diversión. Además de ser nuestra isla un lugar próspero para negocios grandes y pequeños y para recibir emigrantes de muchos puntos del globo terráqueo, sobre todo su capital, La Habana, aunque a muchos nos pueda parecer mentira o desconozcamos el dato, fue considerada una de las ciudades más importantes del mundo a finales de los años 40 y toda la década del 50 del siglo XX. Muchas personas aquí me han asegurado que durante esos años, el mayor sueño de muchos dominicanos y dominicanas, no era ir a los Estados Unidos, sino a Cuba. Entonces lo anterior tiene que ser verdad.

Después que uno pasa el primer golpe de efecto al llegar, comienza con la vida diaria a observar el funcionamiento detenidamente. Mucho se podría hablar bien del mismo, pues no estamos en el quinto infierno. Sin embargo en mi anda, no dejan de llamarme la atención actuaciones incongruentes con el supuesto desarrollo que se exhibe.

Santo Domingo, que es en realidad mi República Dominicana, es muestra de lo que se llamaría un acelerado desarrollo económico en poco tiempo. La ciudad es propietaria de enormes torres comerciales y de vivienda que han ido ocupando el espacio de lo que antes eran casas de familia, las empresas comerciales de todos tipos inundan las calles, unas más estables que otras en su oferta, tratan de llenar los posibles espacios del consumo humano.

Dentro del gran sector de la tecnología existen varias compañías grandes, fuertes, aparentemente modernas que compiten por el espacio mercado. Entre ellas están Aster y Tricom, las dos protagónicas de mi reflexión, ambas dedicadas a la venta de los servicios de cable e internet y telefonía, todos ellos de amplio consumo en la actualidad.

Parece que Aster ha comenzado una cruzada contra los ilegales, o sea, aquellos que están conectados sin pagar, cosa que pulula en República Dominicana y se ha dado a la tarea de revisar sus redes. Entonces para el cumplimiento de este noble y justificado fin, hace unas semanas dos carritos de Aster y varios empleados trabajaron en toda mi cuadra. ¿Qué pensaba yo? Pues que se encaramarían en los postes, verificarían con cuidado y detectarían las ilegalidades.

Pero para mi asombro el método escogido fue otro. Los “supuestos” técnicos, desde la calle, comenzaron a halar los cables, tal como si estuvieran tumbando aguacates, en realidad cuando se tumban aguacates se hace con más cuidado. Halaron y halaron y convirtieron la calle en un reguero enorme de cables que llegó a impedir el paso de personas y autos.

La profesional acción que duró mucho tiempo, fue efectiva, lograron tumbar no sólo los cables de Aster, sino también lo de los servicios de Tricom, del cual soy consumidor y para colmo, se apropiaron ilegalmente digo yo, del cable de Tricom para reponer sus servicios, dejando sin servicio entonces a los consumidores que pagamos a tiempo para disfrutar de una programación de TV mejor que la doméstica y tener un poco de internet, digo un poco porque tampoco éstos servicios aunque bien cobrados, son tan eficientes como deberían ser.

Fin del cuento, la mitad de la cuadra afuera en muestra de desaprobación. Aquellos que nos arriesgamos a hablarles a los “supuestos” técnicos de Aster, recibimos la cara clásica dominicana de: No se preocupe Don, lo entendimos, no tiene problema, pero no vamos a hacer nada por usted, así que …

Llamamos a Tricom para que resolviera el tema y casi de favor a unos técnicos que se encontraban haciendo otra cosa en la zona le pedimos que nos ayudaran. Cosa que hicieron después de dos días, pues tenían que reponer el cable del cual se les había despojado. Esto me recordó aquellas películas de la fiebre del oro en el oeste norteamericano, o sea, el que primero llegue se queda con todo.

Lo increíble, increíble, fue que pasado 20 días, cuando ya disfrutábamos de nuestro servicio habitual de comunicación y TV y no nos acordábamos del desagradable incidente, otro “supuesto” técnico, ahora de Tricom, se presentó en nuestra casa para resolver la reclamación que habíamos hecho sobre este tema, con la enorme satisfacción y sonrisa en la cara por estar cumpliendo su responsabilidad y para nada conocía lo que había sucedido y lo que por fortuna se había resuelto hacía ya muchos días.

Aster debería patentar el método y seguir contratando a “tumbadores de aguacates” y así se evitarían tantos estudios, cursos, reuniones, planeaciones estratégicas, etc. Tricom debería eliminar sus teléfonos para el servicio de reclamaciones y nunca asegurar tiempo de respuesta a ellas. En realidad de la forma en que estamos viviendo, resulta muy fácil con sólo decir: ¡Sálvese el que pueda!

* En realidad la palabra debe ser ahorque, pero la he escrito como es mencionada por la mayoría de los pobladores de esta isla. Muchos dominicanos, no puedo decir categóricamente por qué, leen y menciona las palabras escritas con H como si fuera una J. Una de las causas probables, además de la tradición transmitida de padres a hijos y los fallos en la enseñanza del idioma en las escuelas, quizás pueda ser la influencia del casi millón y medio de dominicanos que viven en USA.

sábado, 1 de octubre de 2011

STING Y YO

Desde muy pequeño soy amante de la música norteamericana e inglesa. Recuerdo que con más menos 10 años, algunos niños de mi cuadra en Víbora Park, el Ruso, Piki, Guagüito y yo entre otros, nos reuníamos a cantar y tocar, imitando los instrumentos musicales con la boca, las canciones de los grupos de rock que estaban de moda por aquellos años, Aguas Claras, Led Zeppelin, Deep Purple, Bad Company, Black Sabbath, etc.

Así crecí, desarrollando un gusto que mantengo hasta hoy, que me ha llevado a escuchar muchos discos y a leer mucha información para mantenerme actualizado no sólo en lo que hacen los diferentes grupos, sino un poco también en los chismes que hay detrás de ellos, lo que le da cierto halo interesante al tema.

De ahí heredé mi pasión por Deep Purple y su guitarrista Ritchie Blackmore y su super cantante Ian Guillan, hasta que con el paso de los años apareció en mi vida Journey y su super súper cantante Steve Perry, “La Voz”, quien todavía me acompaña en mis días buenos y malos.

Entonces me hice grande aspirando a salir de Cuba y entre mis aspiraciones estaba la de poder ver en vivo a muchos de mis grupos preferidos y sobre todo tener la experiencia de participar en uno de esos conciertos grandes con miles de personas, que tantas y tantas veces he visto a través de la TV.

Y estoy aquí en República Dominicana, país que, a pesar de lo pequeño que es y el difícil momento económico que vive, se dedica a traer muchos artistas, cantantes y espectáculos internacionales, tantos que no hay mes que no haya uno como mínimo, incluso meses de varios casi a la misma vez.

Pudiera parecer increíble para los que no viven aquí, pero en realidad asombra la cantidad de músicos, cantantes y espectáculos de todo tipo que han pasado por aquí, conociendo que ellos están montados para un por ciento minoritario de la población, que es obviamente la que puede disfrutarlo.

Entonces, después de ver en las carteleras culturales y los poster en las calles a varias figuras, este mes de septiembre de 2011 le tocó pasar por aquí a Gordon Matthew Thomas Sumner, más conocido como Sting, (Aguijón), sobrenombre que viene de su juventud cuando jugó fútbol, bajista, cantante y alma del grupo musical The Police, poseedor entre otras premiaciones, de más de 16 premios Grammy y vendedor de más de 100 millones de discos y hasta donde puedo conocer hombre sencillo, comprometido con determinadas causas sociales de su mundo circundante.

Al ver a Sting todos los días en los posters de la calle, no pude evitar hacer planes, quizás tratando de violentar la realidad más real, basándome más en el deseo. El concierto estuvo programado para realizarse en la Villa de Altos de Chavón, imitación de una villa mediterránea del siglo XVI, que Charles Bludhorn, presidente de Golf & Western Corporation tuvo la idea de construir a orillas del río Chavón, para regalársela a su hija por sus 15 años, uno de los lugares más lindos que puede verse en República Dominicana, ubicada a 110 kilómetros de Santo Domingo.

El anfiteatro de Altos de Chavón cuenta con 5000 asientos y ha sido escenario de otros artistas y grupos de rock muy importantes, entre ellos: Frank Sinatra, Carlos Santana, Heart, America, Michel Camilo, Spiro Gyra, Duran Duran, Bryan Adams y ahora por segunda vez, Sting.

La lejanía del lugar y lo complicado de salir de regreso de allí hasta Santo Domingo tarde en la noche o ya en la madrugada y el costo de las entradas, 2000, 5000 y 10 000 pesos dominicanos, hicieron que no pudiera verlo y tuviera que conformarme, una vez más, con leer los periódicos y escuchar los cuentos de los que sí pudieron ir.

En uno de los periódicos que circulan en la ciudad, la crítica fue más que favorable. No es para menos. En un reportaje titulado Sting, el Englishman en Chavón, parafraseando su muy conocida canción An Englishman en New York, reconocen que el anfiteatro estuvo lleno total sin un huequito vacío y Sting con esa sencillez que lo caracteriza, tal como si saliera de compras a decir del reportero, canto y canto 16 temas, dejando que fueran sus interpretaciones las que hablaran por sí mismas.

En fin, tendré que seguir esperando. Quizás Sting mismo, se anime otra vez y ya calvo totalmente y ayudado por un bastón vuelva a Santo Domingo a cantar como obra de caridad en un hogar de ancianos donde me encuentre. JAJAJAJAJA. De seguro me levantaré de la cama y lo iré a ver. Esa será mi oportunidad.

La idea de Sting muy cerca de mí, me ha hecho retomar los videos. He vuelto a ver por no sé cuál vez, el genial concierto semi acústico All This Time, que dio para 200 personas amigas en su casa de La Toscana, Italia, el 11 de septiembre de 2001, donde interpretó de forma magistral, con marcados arreglos jazzísticos, muchas de las canciones de su época con The Police y otras de su carrera en solitario y el concierto bien diferente que ofreció en Berlín, Alemania, acompañado por The Royal Philharmonic Concert Orchestra en el 2010. Dos verdaderas joyas, muy diferentes entre ellas, que demuestran la genialidad de Sting.

Aquí les dejo la referencia y les aconsejo no perdérselos.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Dra. María Teresa Quidiello Castillo. Profesora, Mujer Pionera, Visionaria y Gran Humanista. (tercera parte)

3 - Además de educadora, mujer de gran visión y cultura humanista.

Son cientos los estudiantes y profesionales que han pasado por las manos de la Dra. María Teresa Quidiello, lo que le ha ganado un gran cariño, afecto y reconocimiento de todos ellos, lo que para un educador de su talla, se convierte en el mejor y más preciado reconocimiento.

Muchas son las muestras de reconocimiento y agradecimiento que recibe todos los días de aquellas personas que consideran que ella, su ejemplo y sobre todo su empuje, les ayudó a salvar y encaminar sus vidas.

Esta labor, diríamos esperada de un verdadero educador, tiene detrás, como base o sustento, algo más extraordinario, pues llega a desbordarse de la labor en aulas y recintos académicos. En determinados momentos de su sencilla vida, como respaldo honesto a esa vocación de formar, servir, orientar, y un alto concepto de su visión humanista como primer objetivo de la vida, ha acogido en su propia casa a más de diez mujeres jóvenes que, provenientes del campo y de familia de bajos recursos económicos, han llegado a la Capital del país en busca de mejorías.

La Dra. María Teresa entonces, no solo les ha dado abrigo y protección desde todos los puntos de vista, sino que sin conformarse con esto, ha impulsado, orientado y respaldado en cada uno de los casos, la posibilidad de que esas jóvenes no se conformen sólo con existir, sino que las ha orientado y conducido hasta que cada una de ellas ha completado sus estudios hasta terminar una carrera universitaria, postgrados e incluso maestrías en el área de Educación, bajo su constante exigencia y tutela.

Quizás todavía resulte relativamente fácil hoy, encontrar una persona que apenas conociendo a otra, la lleve para su casa, le de abrigo, protección y trabajo, pero la realidad de que una persona reciba a otra que viene con grandes debilidades y carencias, incluyendo las que generan la falta de estudios y que sin mediar interés alguno estimule y la convierta en una graduada universitaria, capaz de continuar estudios de postgrados, es sólo obra de pocos y a su vez grandes seres humanos.

El ejemplo más llamativo quizás de todos es el caso de Mercedes Alcántara. A finales de la década de los 80, Mercedes, con 16 años y 3er grado de Primaria, llegó a la casa de la Dra. María Teresa a trabajar como doméstica, recomendada por un familiar. La idea como tantas otras era brindarle a esta muchacha trabajo y abrigo. Mercedes procedente de un campo de Barahona y con 11 hermanos, demostró muy rápido su inteligencia y habilidad, y sobre todo sus deseos de estudiar.

Estas características lograron que la Dra. María Teresa decidiera apoyarla para que luego de que terminara su trabajo, continuara sus estudios. La muchacha terminó la enseñanza primaria en tiempo record y la Dra. María Teresa le propuso que dejara de trabajar en su casa y que ella la apoyaría económicamente para que pudiera continuar sus estudios de magisterio en una escuela a tiempo completo. Preparación que terminó y le permitió comenzar a trabajar como maestra en dos lugares diferentes.

Con el tiempo y la ayuda de su familia, Mercedes montó una pequeña escuela, primero con 5 niños, matricula que muy rápido creció debido a la calidad de la enseñanza. Hoy Mercedes tiene un gran colegio, más amplio y con una gran matrícula de niños en la zona oriental, al que como reconocimiento a esa mujer que la ayudó a superarse en la vida, le puso por nombre María Teresa Quidiello.

La Dra. María Teresa nunca se ha conformado con sólo predicar teóricamente, sino que, con una sencillez y modestia difícil de mantener para una persona que ha alcanzado los resultados y reconocimientos que ella acumula, ha implementado y ejecutado en su vida, lo que de ella emana tan pronto se le conoce, un alto sentido de los valores, una sólida concepción ética de la vida y una enorme vocación desinteresada por servir. Hechos que por sí solos la diferencian y ella deja como su gran legado a todos aquellos que la han conocido.

Si se quiere ser un mejor ciudadano dominicano o de cualquier lugar del mundo, no es necesario leer y estudiar a la Dra. María Teresa Quidiello, esto se logra sencillamente imitándola.

Dra. María Teresa Quidiello Castillo. Profesora, Mujer Pionera, Visionaria y Gran Humanista. (segunda parte)

2.- Labor en República Dominicana

En junio de 1962, recién llegada a la República Dominicana, se integró a trabajar en el Instituto de Formación de Líderes Políticos Juveniles que su cuñado Juan Bosh, años antes, había fundado en Costa Rica y en ese momento había trasladado a la capital dominicana para continuar contribuyendo con la formación de los jóvenes. Dicho instituto funcionó hasta finales de ese mismo año, pues tras la graduación de los primeros estudiantes, cerró sus puertas.

La Dra. María Teresa Quidiello se dirigió entonces a la Secretaría de Educación y trabajó como Asesora de Orientación Educativa del Instituto de Investigación Psicológica Pedagógica a partir de abril de 1963. La tarea principal fue organizar los programas de estudios para las Escuelas Normales formadoras de maestros. Para lograr este objetivo recorrió junto a otros especialistas todo el país para identificar las necesidades que existían en el campo de la Educación, que obviamente eran muchas, y escoger los mejores lugares para inaugurar escuelas, paralelamente participó en la elaboración y aplicación de las entrevistas y text, que se les hacían a los concursantes, de ambos sexos, que se presentaban como aspirantes a estudiar para convertirse en maestros.

En septiembre de ese mismo año, 1963, tras el golpe de Estado contra el Gobierno del Profesor Juan Bosh, una vez más como muestra del compromiso que siempre ha asumido, la Dra. María Teresa Quidiello renunció a su trabajo a pesar de los resultados positivos que había logrado tanto en el plano personal como institucional. No obstante su renuncia, por toda la labor que se había realizado, el trabajo continuó y al pasar de los años personalmente corroboró que muchas de aquellas primeras personas que habían sido seleccionadas, resultaron ser los primeros graduados como maestros que se dedicaron a partir de esa fecha a las labores de la enseñanza en diferentes lugares del país.

Al no encontrar trabajo en la República Dominicana por razones obvias, en el año 1964 viajó a Puerto Rico y con cierta facilidad encontró trabajo en la Universidad de Puerto Rico, Campus Río Piedra, donde estudió varios cursos de postgrado y al año después de su llegada, obtuvo el título de un nuevo Estudio de Postgrado en Orientación Educativa y a solicitud de la propia Universidad se quedó trabajando allí como Orientadora del Centro de Orientación del Decanato de Estudiantes y paralelamente como Coordinadora de las Prácticas de la Maestría en Orientación de dicha Universidad por seis años consecutivos.

Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)

En 1970, por necesidades familiares, la Universidad de Puerto Rico le facilitó regresar a República Dominicana para emplearse como profesora y paralelamente continuar realizando, en suelo dominicano, una investigación para dicha Universidad. Se dirigió entonces a la Universidad Autónoma de Santo Domingo y presentó su curriculum en el Departamento Pedagógico de la Facultad de Humanidades, cuya Decana por aquellos años era Ivelisse Pratt. El Consejo Técnico de la Facultad de Humanidades, encargado de evaluar a los candidatos a profesores de inmediato aprobó su incorporación al claustro de profesores.

La Decana Pratt, al ver los estudios y experiencia que poseía, le solicitó una ayuda muy importante para la Facultad de Humanidades. Existía un grupo de jóvenes que no se habían podido graduar por no tener a alguien que les impartiera la asignatura de Orientación obligatoria dentro del programa de estudios. La Dra. María Teresa asumió la tarea e impartió la asignatura de Orientación Educativa, lo que facilitó que el grupo de jóvenes continuara con su plan, siendo ésta la primera vez que se impartió dicha asignatura en la Facultad de Humanidades y en todo el país.

Por los resultados obtenidos con los alumnos, se le pidió abrir la Carrera de Orientación Educativa en el Departamento de Pedagogía de la Facultad de Humanidades de la UASD. Entonces como profesora, su primera labor fue diseñar y presentar al Consejo Técnico para su aprobación, el plan de estudio completo de las Carreras Técnico en Orientación Escolar y Licenciatura en Educación Mención Orientación, tarea que enfrentó junto a Jacobo Moquete, quien por aquellos años fungía como Director de Orientación Profesional, encargado de orientar a los jóvenes que ingresaban en la Universidad sobre la carrera específica que habían matriculado.

El plan de estudio quedó aprobado por el Consejo Técnico sin tener que cambiar nada en el segundo semestre del curso 70 / 71 y con esto quedó aprobada la Carrera de Orientación que hasta ese momento no existía en el país, en la que la Dra. María Teresa Quidiello impartió casi todas las asignaturas a los primeros alumnos hasta que con el paso del tiempo, poco a poco, fueron incorporándose otros profesores que completaron el equipo.

Muchos son los recuerdos y anécdotas que la Dra. María Teresa Quidiello posee de estos 30 años de trabajo en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Cientos han sido los jóvenes que han pasado por sus manos de profesora y han recibido no sólo la formación académica obligatoria, sino su experiencia, su ayuda en el plano humano, sus consejos, su cariño, etc. Alumnos que con el paso del tiempo desempeñaron o desempeñan hoy muchas funciones, algunas de alta responsabilidad, en diferentes actividades de la sociedad dominicana. Quizás el mejor ejemplo para ilustrar esto pueda ser la anécdota ocurrida muy al principio de su trabajo en la Cátedra de Orientación Pedagógica.

Un día de trabajo como tantos otros, recuerda haber recibido a dos jóvenes muchachas que cansadas de las carreras universitarias que le ofrecían en aquellos momentos y con poca información, fueron a parar a sus manos. Con la misma pasión que ha enfrentado todo en su vida, les explicó en qué consistía el plan de estudios y las potencialidades de la carrera, muy rápido las muchachas quedaron convencidas con los argumentos y seguras emprendieron sus estudios en el sector de la Educación. Esas muchachas de aquel entonces fueron Josefina Pimentel y Minerva Vicent, actuales Ministra y Viceministra Docente de la Secretaría de Educación de la República Dominicana, quienes acumulan una amplia hoja de vida en estudios y trabajos docentes y sobre todo se destacan por una enorme vocación humanista.

Paralelamente a sus clases en la Carrera de Orientación, impartió clases de Introducción a la Psicología, Psicología Evolutiva y Desarrollo Humano en el Departamento de Psicología durante 14 años consecutivos.

Durante esos años, un día de clases, un joven que caminaba por el pasillo, se asomó a por una puerta y reparó que había una profesora que impartía una clase y tenía frente a ella aproximadamente a 100 alumnos que se mantenían inmóviles y cautivados. El joven no conocía a la profesora, pero el hecho le llamó la atención y decidió incorporarse al grupo para enterarse de qué se trataba. Luego de terminar la clase, sin pensarlo dos veces ni consultarlo, se dio baja de la clase donde estaba y decidió inscribirse en las clases de la Profesora María Teresa. El joven de aquel momento es hoy el Dr. Leonel Fernández Reina, Presidente de República Dominicana.

Luego de treinta años de trabajo dinámico, creativo, comprometido e ininterrumpido, siendo Profesora Titular, Categoría Académica que obtuvo en 1994, se jubiló de la docencia presencial julio del año 2000, a la edad de 88 años.

En sus años de trabajo en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, asumió las responsabilidades, que aparecen aquí resumidas, muchas de ellas, como se puede ver, de forma paralela:

1970 – 2000. Laboró 30 años como Profesora en la Cátedra de Orientación del Departamento de Pedagogía de la Facultad de Humanidades.

1970 – 1984 – Trabajó 14 años de forma paralela como Coordinadora de la Cátedra de Psicopedagogía, esta última con carácter honorario, o sea, sin percibir un salario a cambio.

1973. Impartió clases en el Curso “Dinámica en la Enseñanza Universitaria”, obteniendo el reconocimiento de las autoridades de la UASD, quienes confirmaron que dicha participación había hecho posible el éxito del mencionado curso.

1972 – 1974. Participó como profesora en el 3er, 4to y 5to Curso de Perfeccionamiento para Profesores incorporados en el Plan de Reforma de la Educación Media, lo que le valió un reconocimiento directo en cada año de los Secretarios de la Secretaria de la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos.

1980 – 2000. Propuso la creación de una Pasantía para los estudiantes de la Carrera de Orientación que equivaliera a la Tesis de Grado. A partir de la aprobación se desempeñó como Coordinadora de las Pasantías de la Cátedra de Orientación del Departamento de Pedagogía, asesorando todos los informes finales de los pasantes durante todo el tiempo que estuvo frente a esta actividad.

1992 – Colaboró con el Rediseño Curricular de la carrera de Orientación y elaboró como coautora el marco teórico del plan de estudio que se impartiría.

1991 – 1994. Creadora y Coordinadora del primer Postgrado y luego de la Maestría de Orientación en la Formación de los Recursos Humanos para las Organizaciones, cuyo primer destino fueron los mismos profesores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Curso que después rediseño como Orientación Ocupacional dirigido también a la formación de los recursos humanos de la propia Universidad. En dicha Maestría impartió la asignatura “Nuevas Corrientes Educativas y su base filosófica aplicada a la Orientación”.

Además formó parte de los jurados de múltiples concursos en las asignaturas de la especialidad de Orientación, desde los propios inicios de esta carrera y asesoró numerosas tesis de la Carrera de Orientación.

Participó como coautora del proyecto y del programa de la asignatura Orientación Académica e Institucional, dirigida a todos los estudiantes de nuevo ingreso en la UASD.

Universidad de la Tercera Edad (UTE)

Por los extensos y profundos conocimientos que tenía y el prestigio que acumuló como formadora en la República Dominicana, en el año 1991 fue invitada por la profesora Altagracia Núñez, Vicerrectora Académica de la Universidad de la Tercera Edad (UTE), para impartir clases en dicho centro docente.

Con más de 40 años de experiencia como profesora y 80 años de vida, por su inagotable capacidad de pionera, capaz de proponerse constantemente nuevas metas, la Dra. María Teresa se incorporó como alumna a la Universidad y pasó los dos cursos de Andragogía, para luego impartir clases en ese centro docente.

La Universidad de la Tercera Edad, recién abierta por aquellos años, se planteaba un nuevo reto para la experiencia docente del país. Dicho objetivo fue permitir y estimular que dominicanos adultos, en los inicios mayores de 40 años, pudiera cumplimentar sus objetivos de estudios a partir de un método de enseñanza flexible, adaptado a sus verdaderas posibilidades y potencialidades, donde las personas encontraran o reencontraran nuevos objetivos en la llamada tercera edad de la vida.

La idea se avenía a la vocación de educadora y orientadora, de servicio y la sólida definición humanista que siempre ha tenido la Dra. María Teresa, por lo que terminado los dos cursos de Andragogía se incorporó como profesora a la Universidad de la Tercera Edad.

Junto a su labor como profesora, propuso y creó el Departamento de Orientación en la Universidad, con el objetivo de propiciar un mayor acercamiento de los participantes. Integró desde el comienzo un grupo de trabajo que, partiendo de las experiencias personales de sus integrantes y las que ella misma tenía, crearon los llamados Talleres, como actividad extra clases. La idea consistió en implementar grupos de desarrollo para los alumnos participantes, donde a partir de dinámicas específicas vinculadas al desarrollo de la personalidad y la sociabilización entre grupos, cada alumno encontrara solución a los posibles problemas que como adultos pudieran tener, el primero de ellos, quizás el más importante, enfrentar a edades avanzadas un estudio universitario que exigía, por el método empleado, una gran concentración, definición de intereses y sobre todo gran sociabilización e interacción.

Con el tiempo paralelamente a su trabajo como profesora, coordinó la realización de dos postgrados sobre Orientación y diseñó la Maestría sobre estos estudios, que al final por razones ajenas a su voluntad, no se llegó a ejecutar.

En la actualidad se mantiene como Asesora para temas académicos y metodológicos y como integrante de la Comisión Disciplinaria de dicho centro de estudios.

Fundación Juan Bosh

Por su gran convicción y compromiso, en el año 1998, la Dra. María Teresa Quidiello participó junto a un grupo de hombres y mujeres dominicanos, presididos por el Profesor Juan Bosh, en la creación de la Fundación Juan Bosh, donde ha trabajado hasta nuestros días por preservar y proyectar los valores contenidos en la obra y el ejemplo de vida del Profesor Bosh.

Luego de la desaparición física del Profesor Bosh, la Dra. María Teresa formó parte activa de los cambios dentro de la Fundación para adaptarla a los nuevos tiempos y las nuevas necesidades de la República Dominicana.

Formó parte del grupo de personas, encabezado por su hermana Carmen Quidiello de Bosh, como Presidenta de la Fundación Juan Bosh, que logró el Convenio con la Secretaria de Educación para la edición del libro “Cuentos de Juan Bosh para fomentar el desarrollo de la conciencia moral y ética”, escrito por Ángel Villarini Jusino, Catedrático de la Facultad de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico, Recito de Río Piedras; Profesor Honorario de la Universidad Autónoma de Santo Domingo en la República Dominicana y Presidente de la Organización para el Fomento del Desarrollo del Pensamiento Internacional.

La idea consistió en seleccionar un grupo de cuentos del Profesor Juan Bosh, a los que se les incorporó una metodología que enseñara cómo explicar cada cuento, lo que resulta novedoso y bien importante en estos momentos. El libro entonces, serviría como guía para que los profesores pudieran incorporarlo a sus clases y utilizarlo como material de estudio para desarrollar las ideas vinculadas a los valores, la moral, la ética y la propia historia del país.

La Dra. María Teresa como parte de la Fundación Juan Bosh, en la que hoy continúa manteniendo el cargo de Secretaria de su Junta Directiva, defendió la idea del libro en la Secretaría de Educación, que luego en 2005 quedaría aprobado para publicar y para ser utilizado en diferentes institutos del país.