Tengo 49 años recién cumplidos y
ayer muy tarde en la noche me enteré, aspiro que haya sido la tercera persona
en enterarse, JAJAJAJAJA, que dentro de 9 meses, más o menos, seré abuelo por
primera vez.
Esto provocó una mezcla de
sentimientos encontrados, o sea, unos que vienen desde la derecha a alta velocidad y otros que vienen
exactamente del lugar opuesto a la misma velocidad, pues a pesar de que la
noticia es muy buena, la residencia de mi hija Jennifer en Texas, USA, lo complica todo de momento.
Ya saben, la separación nos pasa su factura.
Entre medias risas y medio llanto
de todos los integrantes de mi familia en RD, frente a un teléfono como si
tratáramos de ver a través del plástico del aparato, nos empeñábamos en comprender
la noticia, que por más que humana y acostumbrada, no deja de ser impactante
cuando uno está involucrado directamente. Comprender, más allá de la unión de
un espermatozoide con un óvulo, obviamente.
Ser padre es para mí una
categoría ya vieja. Llevo muchos años en esta maniobra, en la que he tratado de
enseñar y como es más que sabido, he aprendido mucho. Pensar en ser abuelo y
adaptarme a la idea es bien nuevo.
Crecí con mis dos abuelas. Ellas
se llevaban públicamente bien, pues vivían separadas por una placa en nuestra casa
de dos plantas, lo que hizo que el recuerdo que tengo de esa categoría de
familia es muy agradable. Todo, sin importar la magnitud del problema, se
resolvía subiendo o bajando una escalera. No se cómo hubiera sido tener dos
abuelas en un mismo espacio físico, porque la coexistencia pacífica de dos
abuelas, relacionadas con los mismos temas todo el tiempo, hubiese sido quizás
problemático, vale la pena decir que éramos tres hermanos y dos primos.
Mi abuelo paterno casi no existió,
más allá de algunos cuentos y mi abuelo materno, el gran Papa Felo, a pesar de
que no vivía con nosotros, tuvo hasta que murió mucha influencia y presencia en
mi familia, casi tanto que parecía que estaba todo el tiempo en mi casa.
De ahí que me atreva a asegurar que
tengo muy buenas referencias para poder enfrentar esa nueva función que dentro
de poco disfrutaré. Imagino que a todo el que le tocó aunque sea una buena
abuela o abuelo, hoy tenga la misma imagen.
Ya he notado el cambio, pues por
primera vez en mi vida he buscado en un diccionario el significado de la
palabra abuelo.
Abuelo del latín *aviŏlus,
entre otras definiciones quiere decir:
1.-
Respecto de una persona, padre o madre de su padre o de su madre. Menos mal que sobre esto
nunca preguntaron en aquellas pruebas de Español que nos hacían en la
secundaria o el preuniversitario. La Real Academia Española no pudo encontrar otra
forma más difícil de definirlo, porque no la había.
2.-
Persona anciana. Como se puede ver una de las definiciones
apunta a que el término se aplica a una persona vieja. De madre, pues hasta
ayer mismo en la noche, luchaba por el reconocimiento de mi juventud, es cierto
que madura, pero juventud. JAJAJAJAJAJA
3.-
Antepasado
de una persona. Esto me suena a
aquello de “… el mono, antepasado del hombre”. JAJAJAJAJA
Lo
cierto es que mi hijita Jenny, ya grande, se va a convertir en mamá y de ahí
que me proponga el puesto de abuelo, que lógicamente recibiré con mucho agrado
y trataré de honrar, tal como he hecho con la función de papá.
¿Será
varón o hembra? Ya se que es demasiado rápido, pero como también conozco que no
se puede cambiar de sexo después que se define, al menos antes de nacer, me he
comenzado a interesar por el tema.
Me
gustaría varón, ya saben, el bate y la pelota, los juegos fuertes, quizás
alguna que otra malapalabrita, las muchachas a conquistar cuando vaya creciendo,
etc. Tengo un hijo varón al que admiro. Sería como volver a vivir yo mismo
desde pequeño. Me crié con dos hermanos varones, hoy ninguno está enfermo de
los nervios, no tenemos fobias, podemos comer hasta piedras, somos hombres
trabajadores con las manos y la cabeza y mis hermanos han sido avanzados en el
término muchachitas.
Pero,
me gustaría que fuera hembra. La presencia de la hembra endulza a la familia.
Son lindas y dulces, por muy feas y agrias que sean. Cuando tuve a mi primera
hija, Jennifer, se me olvidó la aspiración juvenil de querer tener un hijo varón.
Los papás la pasamos bien con una hija hembra, la comunicación y la relación son
muy particulares. La presencia de una hija hembra nos cambia la vida.
Además,
me gustaría que fuera hembra, de esta forma mi yerno Yordán me las pagará todas
juntas. JAJAJA. No te apures dicen los abuelos, siempre hay más tiempo que
vida.
Lo
cierto es que para esto, ser anciano y antepasado del ya pasado, es muy lindo. Agradezco
tener vida para poderlo ver y disfrutar. Y de seguro eso lo haré.
Entonces
desde aquí felicito a Jenny, mi hijita linda, ya grande y a Yordi. A él
doblemente, hoy por su cumple y por la noticia de ayer, que nos cambiará a
todos la vida.
Estoy
convencido que ésta es, de todas, la mejor elección.
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