Esto me ha llamado la atención desde que comencé a vivir en
Santo Domingo, pues vengo de un país donde desde la época colonial existen las
aceras y sobre todo se mantiene la cultura de que las aceras son para que las
personas caminen.
Es cierto, con el tiempo y el proceso devastador ocurrido en
estos últimos 50 años, a veces esas aceras están medio desbaratadas. Una que
otra obra de gobierno o particular pueden estar transitoriamente cerrando el
paso. Una que otra obra que se derrumbó puede de momento obstaculizar la vía,
pero en sentido general los cubanos caminamos por las aceras, o al menos
sabemos que están, aunque nos de la gana de caminar por la calle.
Recuerdo las aceras de Víbora Park, mi país. Lisas para
caminar, patinar, montar carriolas o chivichanas. Las aceras de la calle 10 de Octubre, sobre las cuales, a través de 10 kilómetros continuos, puedes atravesar casi toda la ciudad hasta llegar al Malecón habanero. Las famosas aceras de Centro
Habana, las que muchas veces sucias, además para cuidar a los transeúntes incorporan y cuidan casi como patrimonio los portales y
las columnas de todas las construcciones que existen, lo que permite caminar y
caminar, quizás atravesar la ciudad de lado a lado, siempre bajo techo. Las
aceras del Vedado, anchas, organizadas, con árboles que desafiando al tiempo,
la sequía y el maltrato, todavía dan sombra, las más famosas de la Ciudad de la Habana , que es más o menos
decir Cuba. Dentro de las que se destacan caprichosamente las que rodean al
Hotel Habana Libre y bajan por toda la calle 23, pues además de cumplir con su
función para el traslado de personas, incorporan incrustadas obras de arte de
los más famosos pintores y escultores de la década del 50 del siglo XX cubano.
Qué diferente es Santo Domingo. ¿Existen las aceras? Si
claro en algunos lugares, pero para nada están consideradas para lo que se inventaron. Las aceras
son de los edificios construidos en su límite, son de los pequeños y no tan
pequeños negocios, de los dealers vendedores de automóviles y sobre todo y por
encima de todo, son de las personas que tienen autos con necesidad de ser
parqueados.
¿Qué tenemos los peatones? Sencilla y categóricamente nada.
Cada edificio para su construcción ha hecho con el pedazo de
acera que lo preside, lo que le da la gana. Algunos se han robado la acera y
han extendido el muro de su propiedad hasta lo que sería el contén o límite de
la calle. Otros para facilitar la entrada de los autos de los propietarios o
inquilinos, levantan o bajan rampas de
entrada desde la misma calle, por lo que el caminar se convierte en una suerte
de sube y baja constante. Otros pensando en los desechos, han construido en el
medio de la acera pequeñas casetas o muros para recolectar la basura, que como
no se recoge con mucha frecuencia, termina derramada ocupando el pequeño espacio
que dejan entre la caseta y la fachada de la edificación. Los más amorosos,
motivados por la ecología y la naturaleza, pero no en las personas, han
sembrado árboles en medio de las estrechas acera frente a sus casas. Si, árboles frondosos en medio de las
estrechas aceras, tal como en el campo.
Los dealers, esos si que son dueños de las aceras. Como en muchos
de ellos los autos no caben dentro del espacio que tiene, sencillamente los
carros son parqueados en las aceras, a veces en sentido longitudinal, pero
muchas otras veces en sentido trasversal, con cierta lógica pues caben más, para
lo cual dejan de la mitad hacia atrás del carro en la calle y para colmo en no
pocas ocasiones ocupan con sus autos la primera senda de la calle o avenida, la
que está pegada a la acera. Por lo que de momento una persona, no importa mujer
u hombre, niño o anciano se ve caminando por fuera de la primera senda, o sea,
literalmente por el medio de la calle. Lo que no fuera complicado a no ser por
la forma agresiva y desorganizada con
que maneja una gran parte de los chóferes dominicanos.
Para colmo de males, los carros se parquean en las aceras.
Siempre. La psicología de los chóferes dominicano es que nadie quiere caminar
más de dos metros. Para unos por la violencia, para otros por el sol, para
otros por el status, pero lo cierto es que todo el mundo quiere parquear frente
por frente a la puerta de entrada del lugar donde va. Y como obviamente no
caben, pues nada, a la acera, bien pegado al muro de la edificación visitada o
vivida.
¿Los peatones? ¿Pero cómo …, existen peatones? Ni cuenta nos
hemos dado. Este es seguro el pensamiento de la media de los dominicanos
“montados”, que para mayor ironía todos ponen en sus autos calcomanía sobre Jesús,
Dios, el prójimo, la solidaridad, etc.
Siempre tenemos un cuento sobre estas cosas y las
compartimos con la familia, amigos y yo sobre todo con Lissette. Al trabajar juntos
muchas horas y luego completar nuestra jornada laboral hablando mucho por teléfono
y ella ser dominicana de Barahona, puede
darme algunas conclusiones más objetivas y algunos mensajes tranquilizadores.
En realidad con Lissette no comento, sino que descargo, me fajo, peleo, me
encabrono, etc. JAJAJAJAJAJAA.
Todo parece ser un proceso de mala educación social y de
desorganización que se ha ido implementando en el modo “moderno” de vida dominicana.
Como vivimos en una jungla, bonita pero jungla, pues entonces cada cual puede
hacer lo que le venga en ganas y pobre de los “pendejos” *
Hablo con mi amigo Aliem, como es arquitecto cubano sabe de urbanística. ¿Urbanística?
Siempre me pregunta. Descargo con Lissette sobre autoridades y control.
¿Autoridades? Se burla diciéndome. En fin, no hay fin.
Los controles no parecen existir, al menos para este tema.
Claro como los jefes todos andan en autos con vidrios tintados, quizás no se
han dado cuenta. La policía existe, pero evidentemente no para esto. ¿Para qué
existe la policía aquí entonces?
Los que construyen lo hacen a su antojo, que llega incluso a
que puedan robarse un pedazo de calle, sin que se sientan obligados a respetar
ningunas normas. Los que hacen negocios, sus negocios son más importantes que
cualquier cosa. Y para los que parquean, lo importante es caminar lo menos
posible pues el sol quema y los pone prietos o cuidar la jeepeta. Eso si hay
que cuidarlo.
Lo más significativo de esto es que los que andan a pie, se
quejan mientras andan a pie, pero como la máxima aspiración para el dominicano
promedio además de una pistola, es tener su carrito, tan pronto se montan, hacen lo mismo. Los más pobres
critican a los más ricos todo el tiempo, los acusan de muchos de los males, pero no porque quieren que las cosas cambien. No llegan ahí. Sencillamente quieren ser ricos para poder hacer y deshacer a su antojo, tal como si lo de deshacer fuera siempre la máxima pretensión.
Los que todavía andan a pie, ¿pero cómo …, todavía hay personas que insisten en andar a pie?. JAJAJAJAJAJAJA
* pendejo – Palabra no muy agradable en Cuba. Se utiliza
para definir a los tontos en “idioma dominicano”
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