miércoles, 30 de mayo de 2012

Elecciones Presidenciales en República Dominicana, 2012. (final)


Bueno, entonces con todo este ambiente, llegó el esperado domingo 20 de mayo de 2012. Es válido decir que los dominicanos de todas las clases y estratos sociales, empresarios, estudiantes, militares, pobres y ricos, medios pobres y medios ricos, sentían miedo. Se respiraba cierta preocupación como la que no se había vivido nunca anteriormente, al menos en mis cuatro años aquí.

La justificación era hasta cierto punto entendible. El PRD venía dispuesto a ganar, en realidad ya se habían decretado ganadores antes de que comenzaran las elecciones y de no ocurrir esto en las urnas, amenazaron con que ardería Troya, en realidad República Dominicana, lo de Troya es demasiada aspiración. 

Como dije anteriormente los perredeístas son una masa fuerte y sobre todo muy perredeístas, o sea, la mayoría está asistida por un amor furioso a su partido, sentimiento que frisa en fanatismo irracional.

Los perredeístas, dirigidos por algunos de sus principales líderes, casi públicamente, habían amenazado con que habría problemas si existía alguna irregularidad, obviamente que no hicieran ellos. Llamarían al país a huelga, tratando de paralizar sectores claves como el transporte, asaltarían la Junta Central Electoral, escuché a algunos decir que prenderían candela por las cuatro esquinas a Santo Domingo y creo que saldrían a la calle, armados hasta los dientes, para cazar peledeístas.

Así, mis clases del lunes después de elecciones, se programaron suspendidas, porque los alumnos tenían miedo a que la calle se  pusiera mala si los perredeístas perdían. Aquello me pareció más que todo una histeria colectiva, pero …, suspendidas las clases.

El domingo de elecciones amaneció tranquilo. La gente fue a votar sin mayores problemas, dando quizás como nunca antes, una lección de democracia organizada. ¿Existieron problemas? Sí, claro, algunos, pero para nada grandes. Un civil armado por aquí, otro por allá, una jeepeta negra que pasó y tiró tiros a un local determinado, creo que algunos pocos heridos, algún que otro colegio que demoró en abrir y la gente movilizada desde temprano se cansaba esperando, jeepetas ocupadas con armamento,  pero en realidad nada grave.

El problema más que todo fue de los dirigentes de los partidos y sobre todo de los dirigentes del PRD. Como es costumbre, las elecciones presidenciales aquí, son observadas por muchas personas. Son tantas las historias de fraudes y la poca confianza que los partidos, los políticos y el gobierno de turno se tienen entre ellos, que cada día existen más observadores internacionales y nacionales en cada uno de los colegios y en la Junta Central Electoral para tratar de garantizar que no existan problemas. Llegarán a ser más observadores que electores. Como figuras vitales en la tarea de observar, están los representantes de cada uno de los partidos y candidatos, cuya misión más trascendental es llevar la cuenta “a boca de urna” de los votos de su candidato. Estas figuras, no sé por qué, se consideran ellas mismas más importantes que las propias elecciones. Y en muchas ocasiones es de ellas mismas de donde parte el problema.


Tensión todo el día. La TV,  montada en vivo para seguir y transmitir el evento, se encargó de ir dando informaciones oficiales y lamentablemente oficiosas que delataban los problemas, dándole a algunos de ellos una enorme magnitud, lo que lograba mayor tensión.

En medio de las elecciones, para agregar algún condimento que calentó aún más el proceso, muy temprano, un coterráneo nuestro, el periodista Roberto Cavada, ¿lo recuerdan como alguien importante, polémico, contrastante en la TV cubana?, de seguro no, permitió en su espacio televisivo que líderes perredeístas anunciaran públicamente que habían ganado las elecciones, lo que ocasionó euforia en la masa perredeísta. Cavada, que como saben, en el país de los ciegos el tuerto es rey, ha pasado de manso en Cuba a contestatario en RD y apoya abiertamente a Hipólito y por ende al PRD, se hizo eco de la noticia y provocó que el Presidente de la Junta, se vistiera de macho y mandara a cerrar el canal 11 por violar las leyes dominicanas. Cierre custodiado por miembros del ejército, como por si las moscas. Lo que ocasionó entonces una enorme furia entre la masa perredeísta, no porque le importe mucho Cavada y el Canal 11, sino porque cualquier cosa es buena para formar líos el día de las elecciones y entonces se escucharon frases de violación de los derechos civiles, ataque a la libertad de expresión, atentado a los perredeístas, etc. El ambiente más caliente.

Los colegios como estaba establecido cerraron a las 6:00 pm y a las 7:30 pm se emitió el Boletín # 1 con los primeros resultados. El por ciento de boletas contadas en ese entonces era muy pequeño, pero al dar por encima al candidato del PLD, Danilo Medina, el representante de Hipólito Mejía ante la Junta, comenzó lo que parece más que todo su actuación por un premio en las elecciones. El Sr., me ahorro el nombre porque para nada es importante en esta historia, comenzó a decir que los datos de la Junta eran falsos, que no coincidían con los datos que tenía el Centro de Cómputo de su Partido. Como leen, cada partido tiene su propio centro de cómputo para sacar sus cuentas y entonces cada partido quiere que los datos que funcionen sean los suyos, independientemente de que el único órgano decretado para procesar información y dar los resultados oficiales es la Junta Central Electoral.

A partir de este hecho, durante todo el tiempo que pasó, el discurso del PRD fue el mismo, los datos no coinciden con los de nuestro Centro de Computo, estas elecciones son un fraude, nos están robando las elecciones, pero en ningún momento pudieron, a pesar de la insistencia de los periodistas sobre este tema, demostrar cuáles eran los datos que ellos tenían, y cómo es que les estaban robando las elecciones. El Sr. decía que el Centro de Cómputo tenía la información y el Jefe del Centro de Cómputo decía que había que esperar a que hablara el candidato del Partido. Todo el tiempo en ese teje y maneje.

El día fue entretenido. Para mí los perredeístas sabían que habían perdido las elecciones desde mucho antes que comenzaran las votaciones, pero tenían que formar el show para justificar todo lo que hay que justificar después de meses de campaña y cifras millonarias invertidas en esto.

La mayor acusación fue que el PLD compró cédulas para evitar votos a favor del PRD. A partir de las informaciones emitidas por observadores independientes, como Participación Ciudadana, parece ser cierto, el PLD compró cédulas, pero lo más jodido es que, a partir de esos mismos observadores independientes, el PRD también compró cédulas, así que si de algo se puede acusar a los peledeístas es de que compraron más cédulas, fueron más hábiles y tenían más dinero.

El mecanismo de compra de cédulas es algo tradicional en la cultura política dominicana. Alrededor de los colegios electorales, cada Partido alquila casas, este año como algo moderno montaron carpas, para capturar a las personas y comprarles su voto. Las calles entonces se llenan de “delincuentes” o al menos eso parecen, que se autodenominan activistas, dedicados según ellos, a “orientar a las personas”. Vi a algunos de esos “activistas” y les costaba trabajo articular dos palabras juntas, por lo que creo que estaban incapacitados para orientar a alguien, pero estas figuras, las casas y carpas alquiladas son parte del folclor político o de la política folclórica dominicana y no hay nada que hacer. Sólo escuchar quejarse a los perdedores y las promesas de que para las próximas elecciones eso no se podrá hacer.

Al final los boletines se fueron sucediendo con el paso de la noche y en todos, el PLD y sus aliados eran ganadores, tal como se veía venir. Durante todo este tiempo el ambiente se fue enrareciendo y la gente de pueblo mostraba su preocupación, porque los perredeístas ahora más convencidos de que perdían, pero negados a reconocer tal perogrullada, comenzaron a patalear con la idea de que les habían robado las elecciones. Justificación absurda, pues a pesar de la compra de cédulas, la pérdida era más que evidente. Las caras y los discursos de las principales figuras del perredeísmo se fueron poniendo agresivos e incluso amenazantes, lo que hizo que el temor en la población aumentara.

Danilo Medina ganó por más del 51% de los votos, a más del 4% de su adversario más cercano, lo que prorroga  la permanencia del PLD por otros 4 años en el gobierno. Calculando y todo la compra de cédulas, y algún que otro muerto que pudo votar, la ventaja era abrumadora, por lo que el PRD jamás hubiera ganado. Los perredeístas se negaron a reconocer la victoria y amenazaron más fuertemente, lo que hizo que el gobierno mantuviera acuartelado con máxima alerta al ejército y a la policía, por si era necesario intervenir con urgencia para evitar males mayores.

Mis clases del lunes siguiente a las elecciones habían sido suspendidas programadamente, pero el martes me incorporé a trabajar y para mi asombro la histeria colectiva seguía. Mis alumnos, diferentes a los del lunes,  no lograban concentrarse debido a los rumores de que los perredeístas, todavía pataleando, la iban a formar. Habría parálisis total del transporte, algunos grupos armados, con las nada impresionantes armas de combate, etc. Trate de trabajar, pero, conclusión, clases suspendidas  nuevamente. Cada uno para su casa. Algunos a rezar, otros a esperar tranquilamente acompañados de una cerveza fría, otros a incorporarse a disfrutar los líos que se anunciaban. Esa es la verdadera democracia que tenemos.

Caminé desde la universidad hasta mi casa, una experiencia así no podía perdérmela. Eran las 8:00 pm y para mi asombro en los más de 7 kilómetros que recorrí, no había ningún problema. Solo un apagón, que imagino que fuera por pura coincidencia. Entonces, me quedé con las ganas. Tal fue mí decepción que pasé por una heladería y compré helado, cosa que nunca hago, para llevar a mi casa y compartir con los míos. Bajo apagón el helado suele saber más rico, da sensación de capitalismo.

Al final, como decimos en Cuba, más rollo que película. El candidato del PRD, Hipólito Mejía, en una actuación que bien vale la pena reconocerle, salió y sin aceptar explícitamente que había perdido, se proclamó el líder de la oposición para los próximos cuatro años, lo que creó un problema con el Presidente de su Partido que ahora mismo estamos viviendo, y llamó a las masas a la mantener la paz y a trabajar para el futuro. De esta forma calmó los ánimos, o al menos neutralizó a los miembros furiosos de su partido y evitó lo que se preveía como un mal mayor. Entonces no pasó más nada. Cada cual a lo suyo, como dice Serrat, en su canción Fiesta:
Y con la resaca a cuestas
vuelve el pobre a su pobreza,
vuelve el rico a su riqueza
y el señor cura a sus misas.
Se despertó el bien y el mal,
la zorra pobre al portal,
la zorra rica al rosal
y el avaro a las divisas.

El PLD volvió a ganar, y lo más triste es que volverá a ganar en las elecciones del 2016, si el PRD, pues no existe otro partido que tenga fuerza para oponerse, no cambia su estrategia política, o mejor no construye una nueva estrategia política. El PLD se prorrogará en el poder hasta que se aburra. Los peledeístas se sucederán unos a otros y eso, creo que aunque conveniente por ahora, tampoco es bueno. Tampoco es bueno para …, la democracia.

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