miércoles, 23 de mayo de 2012

Elecciones Presidenciales en República Dominicana. (primera parte)


El 20 de mayo de 2012, se realizaron las elecciones para escoger al nuevo presidente que gobernará en República Dominicana por los próximos 4 años.
Para los cubanos, al menos para los nacidos después de 1959, este evento no deja de ser interesante, pues en la práctica, del tema elecciones libres, sabemos poco. Se resume a levantarse e ir a votar por la misma figura, por momentos acompañada de otras mismas figuras, que durante muchas décadas ocuparon las primeras responsabilidades de todas las categorías de funciones inventadas por el gobierno cubano.
El no ir a votar en Cuba, daba igual para lo que fueran las elecciones, se convirtió durante todo este tiempo en algo complicado. Imagino que aún lo siga siendo. Aunque siempre existieron personas que no lo hicieron, en realidad el número fue muy poco representativo. Quizás los llamados “desafectos” más connotados, que al estar “quemados” soportaban las consecuencias que como ley secreta les iba para arriba. Si no votabas por el último invento del gobierno, no podías aspirar a casi nada.
Por lo que los procesos electorales cubanos transitaban sin casi ningún contratiempo público. Por el contrario, primaba la armonía, aunque irreal,  acompañada de los ingenuos niños pioneros que daban a la actividad toda la candidez de la infancia. La gran masa se levantaba y votaba disciplinadamente siguiendo la inercia con que vivía. Dentro de esa gran masa, quizás aprovechando lo de secreto del voto, siempre hubo e imagino que seguirá habiendo, quien anulaba su boleta, como muestra silenciosa de su inconformidad, pero como la ley electoral en Cuba aseguraba que los candidatos salían electos con el 50% + 1 de los votos válidos, lamentablemente esos votos anulados no servían para mucho. Durante muchos años ni se mencionaban.
De ahí que único partido, único candidato, un sistema estructurado para perpetuarse en el poder, más el miedo y la inercia, hicieron que no tengamos los cubanos mucha experiencia práctica en las llamadas elecciones libres como máxima expresión de la democracia.
En realidad ésta es mi segunda experiencia en elecciones presidenciales en República Dominicana. Llegué en diciembre del 2007, por lo que asistí a los últimos meses de la campaña electoral que terminó en mayo del 2008 dándole la posibilidad a Leonel Fernández de prorrogar su presencia en el Palacio Presidencial por 4 años más, pero en aquel momento mi conocimiento sobre la realidad e historia de este país, era limitado, por lo que no pude entender los detalles y sacarle provecho a lo que ocurría. El mayor disfrute suele estar en los chismes y enredos que existen detrás de la información oficial.
Mi visión general de aquel entonces es que estaba en presencia de un gran circo, que me recordaba más que todo aquel genial programa de la TV cubana, San Nicolás del Peladero. Suerte de sátira muy bien hecha, que agrupaba a los mejores actores de aquellos años, los que con actuaciones magistrales, a veces sin un guión definido, trataba de recrear la historia de la llamada seudorepública cubana.
Aquel San Nicolás del Peladero con su alcalde Plutarco Tuero, salvajemente inculto; la alcaldesa Remigia, toda una farsa de cultura y glamour, pero igual de salvajemente inculta; el Sangento Arencibia, guajiro brutísimo, jefe de la “honorable” Guardia Rural; Éufrates del Valle, periodista europeizado, desenfadado culturalmente, adelantado a la vida de aquel pobre y atrasado pueblo; Ñico Rutina, politiquero, chulo, vividor, que lo mismo estaba a la izquierda que a la derecha, siempre moviéndose en la dirección del dinero; el famélico Simplicio, representante del pueblo que moría de hambre; el Gallego bodeguero, bruto, obstinado, enamorado de la mejor creación española en Cuba, la mulata, etc., todo esto era lo que más se parecía a lo que veía en aquellos momentos, con las entendibles diferencias de los años transcurridos, o sea, celulares, jeepetas, modernísima tecnología de cómputo y audio, pero al final de la historia, otro San Nicolás del Peladero.
No creo que estas características sean exclusivas de República Dominicana. Para nada. De ese mal clásico se escapa hasta hoy Cuba, porque el mal propio que tiene es tan malo, que no necesita más nada.
Qué mejor para ilustrarlo, que un cuento.
Dicen que estaba Dios reunido junto con un grupo de sus seguidores tratando de crear al mundo y en la repartición dijo:
_ Daré a Japón los tsunamis, a Estados Unidos los tornados, a México los terremotos, a África enviaré la sequía y a India un poco de hambre, pero crearé una tierra linda, sin grandes desastres geográficos, con lindos valles para desarrollar la agricultura, rodeado de hermosas e inigualables playas, con caudalosos ríos, con montañas altas bien repartidas por todo el territorio y un eterno verano. Colocaré allí a muy buenas personas, hermosas mujeres, hombres amigables, hombres y mujeres inteligentes, trabajadores, amables y le pondré a ese lugar Cuba.
Uno de los participantes que lo escuchaba, haciéndose eco del resto del grupo, visiblemente disgustado por tanta diferencia, le preguntó:
_ ¿Pero Señor, cómo es que vas a ser tan injusto?, ¿Cómo puedes crear un lugar así, con todo lo que has dado de malo al resto del mundo?
A lo que Dios, convencido y maliciosamente risueño le respondió:
_ No se preocupen, a ese lugar bello, le enviaré un gobierniiiiiiiiiito……
Lo que pasa en República Dominicana es más o menos lo mismo que pasa en todos los países de esta área. Personas hábiles llamados políticos, grandes masas con poca memoria histórica, incultas y pobres o pobres e incultas, con ninguna o muy poca visión de futuro, pues para ellas el futuro llega exactamente hasta la hora de comida de cada día, las peores prácticas para agenciarse y mantener el poder, clientelismo, corrupción, partidos políticos manejados como fincas privadas, que repiten discursos exactos cada cuatro años, momento en que se acuerdan de esa masa pobre e inculta pues es el único momento en que la necesitan, dinero y más dinero, promesas y más promesas. Burlas, insultos, chismes, etc.
Lo que pasa es que anunciamos una democracia y en realidad vivimos lejos de ella, a no ser porque en esto de democracia, todos, ricos y pobres, dirigentes y dirigidos, de un partido u otro, entienden que pueden hacer lo que les da la gana. Conclusión, a mi entender, no existe una República Dominicana. Existen miles. Cada uno tiene la suya propia. Aquella que permite hacer lo que yo quiera.

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